No soy de este mundo
He tardado mucho tiempo, pero al fin me he dado cuenta. Los síntomas eran claros. Sin embargo, me resistía a reconocerlo: yo no soy de este mundo. Tengo la apariencia normal, parezco hombre. A veces, incluso, coincido en algunas cosas -no muchas, es verdad- con quienes me rodean. Sin embargo, resulta evidente que vengo de un lugar muy lejano en el tiempo y el espacio. No es un problema de adaptación. 0 sí, tal vez.. Desde aquí hago un llamamiento a otros posibles afines, porque me siento muy solo y sería para mí consolador saber que existe alguien como yo.
Voy a exponer algunas claves de mi esencial diferencia con respecto a quienes me rodean: procuro ser amable con todos, sonreír, escuchar, exponer mis ideas con suavidad y absoluta libertad, sin disfraces ni disimulos. Disfruto haciendo bien las cosas más nimías, y no digamos las importantes. Sólo afirmo cuando estoy seguro (¡qué pocas veces!). Odio la mentira e incluso la exageración. No me gusta ganar, y sólo lo hago si es imprescindible, porque me duele el dolor ajeno. Respeto los pensamientos de los demás, aunque no los comparta ni comprenda. El tiempo de los demás es para mí sagrado, y si concierto una cita llego puntual, y observo la impresión que causan mis ideas, y si noto hastío o molestia cambio de tercio. No creo en las historias que para los demás constituyen la base de su aparente equilibrio, aunque observo horrorizado que sus hechos no se ajustan a ellas. Para mí, dos y dos son cuatro hasta que no se demuestre otra cosa.
Si existe alguien identificado con estas sencillas ideas, mitigaría la soledad que me abruma y desconcierta.- Fernando Ontiveros y de Larra.
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