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Paloma

Paloma Gómez Borrero es una persona encantadora que cocina muy bien y se ha convertido en el brazo derecho del Papa polaco. Cuando Paloma pronuncia la palabra papa se convierte, como algunos yogures, en un sonido enriquecido. Recientemente estuvieron Paloma y Su Santidad de gira por Lituania y he procurado no perderme ni una de las crónicas matutinas de esta cruzada que algún día merecería un proceso de beatificación, su Dios quiera que dentro de muchas décadas, porque lo que ella ha hecho por Wojtyla no lo ha hecho nadie.Este Papa, incómodo en el Rocío, se encuentra como tintorera en el agua cuando visita países de lo que antes llamábamos Este. Así como en EE UU denuncia el control de natalidad y los abusos deshonestos de los clérigos, en los antiguos países socialistas pide ojo avizor contra el materialismo grosero, contra la fascinación suicida que pueda ejercer el consumismo capitalista. Este mensaje podría ser interpretado como un síntoma de progresismo social, y de hecho así es interpretado por los católicos progresistas que no quieren que el Papa sea de exclusivo uso del Opus Dei, pero me temo que Wojtyla es un partidario del antiguo régimen y añora aquellos tiempos del otoño de la Edad Media en que la campana de la Iglesia era la sintonía de la única televisión y los curas los depositarios y transmisores del saber que necesitaban las almas inocentes de los vasallos. Cuando leo sus condenas del capitalismo, me suenan a los ataques a la burguesía en las novelas de Balzac.

Igual me equivoco. En la próxima ocasión en que me encuentre con Paloma le pienso pedir su impresión personal sobre Juan Pablo II y consultarle la receta de los spaghettini a la maricona arrabiatta, plato que, contra lo que su nombre indica, es rigurosamente cuaresmal.

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