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"Una nación plurilingüística como Bélgica necesita la monarquía como el pan"

Wilfried Martens, de 57 años, es el político belga que más conoció al difunto rey Balduino, al que califica como "un faro de luz" para Bélgica. Este antiguo primer ministro democristiano flamenco, que lideró varios Gobiernos de coalición entre 1979 y 1992, considera que el régimen monárquico es el idóneo para su país, ya que un Estado pluricultural difícilmente podría elegir a un presidente aceptado por todos.

Wilfried Martens ha sido durante años un privilegiado observador de la transformación institucional de Bélgica, que ultimó recientemente una reforma de la Constitución para convertirse en un Estado federal.Este político belga recuerda incluso que, cuando se creó Bélgica en 1830, el lema escogido con una especial premonición fue "la unión hace la fuerza", y no "la unidad" o "el unitarismo hace la fuerza".

En la entrevista que concedió a este diario en su despacho de Bruselas, desde donde preside actualmente el Partido Popular Europeo (PPE), Wilfried Martens destaca la importancia que dentro de este Estado federal ha tenido el rey Balduino I, fallecido el pasado 31 de julio en su residencia de Motril, y tiene su sucesor, Alberto II, que dispone, dice, "de un gran talento para conciliar a las gentes y a los partidos".

Pregunta. ¿Es la monarquía parlamentaria el mejor régimen para garantizar la unidad de países con tendencias separatistas?

Respuesta. En un país como Bélgica, no hay ninguna duda al respecto. Una nación pluricultural y plurilingüística como Bélgica necesita la monarquía como el pan. Alemania es un Estado federal, pero todo el país tiene la misma cultura, la misma lengua. España también tiene la misma cultura y la misma lengua, todo el mundo conoce el español, aunque con matices como son el caso de Cataluña y el País Vasco. En Bélgica difícilmente se podría elegir a un presidente aceptado por todos. Por eso, en un Estado federal, que se opone al separatismo y al confederalismo, como Bélgica, se necesita un rey y una monarquía.

P. ¿Cómo afectó la inesperada muerte de Balduino a la sucesión?

R. Balduino tenía la intención de reinar otros 10 años, hasta los 70 o 75. Su sobrino Felipe le habría sucedido entonces. Pero ante su inesperado fallecimiento me parece indicado y prudente que el príncipe Alberto se haya convertido en el nuevo rey.

P. ¿Es Alberto el sucesor idóneo?

R. Alberto es un rey excelente, es una persona muy práctica, muy pragmática. Además, accede a la monarquía cuando Bélgica ya ha finalizado su proceso de reforma del Estado. Por lo tanto, dispone de una sólida base a nivel institucional, y tiene mucho talento para conciliar a las gentes y a los partidos.

P. En cuanto al rey Balduino ¿cómo lo describiría?

R. Balduino I era un hombre responsable que aceptó la pesada carga de la corona cuando sólo tenía 20 años. El rey ejerció su labor de manera excepcional. En los últimos 10 años fue un faro de luz para nuestro país y nuestra población, al expresarse de manera muy libre, siempre bajo el control ministerial, sobre los grandes problemas de la sociedad como la emigración, la pobreza o los desfavorecidos. Para resolver los problemas el monarca era, además, una persona muy dulce, aunque con una voluntad de acero.

P. Balduino ha sido calificado de rey triste...

R. Contrariamente a lo que se decía, tenía mucha alegría de vivir. Tenía un gran sentido del humor. El rey era además un gran humanista. Balduino era muy discreto, pero no se aislaba en el Palacio Real. Estaba muy presente entre la población y los más débiles. Era muy apreciado tanto en el norte como en el sur del país.

P. En Bélgica, el monarca reina pero no gobierna...

R. Desde una perspectiva formal, Balduino no tenía poder, pero tenía una gran influencia política a través de las discretas entrevistas que mantenía con el mundo político. Estábamos todos seguros de que el rey nunca utilizaría, y mantendría en secreto, el contenido de tales encuentros.. Todas las personas que eran recibidas en audiencia por el monarca se sentían muy libres para hablar, y el propio rey daba su punto de vista, sus argumentos.

P. ¿Qué influencia tenía sobre el mundo político?

R. En el sistema proporcional belga sólo son posibles gobiernos de coalición. En las numerosas crisis políticas que ha conocido el país, el rey fue un árbitro formidable. En el nuevo sistema federal, el rey no tiene que firmar las leyes regionales, pero sigue manteniendo, e incluso creo que aumenta, su influencia sobre las autoridades regionales, en el sentido de velar por la reconciliación entre las dos comunidades del país y la moderación de sus actitudes.

P. Balduino vio transformarse el Estado unitario belga en un Estado federal a lo largo de su reinado. ¿Cómo vivió esta transformación?

R. Desde hace años el rey aceptó totalmente la transformación de Bélgica en un Estado federal, poniendo especial énfasis en un principio que es esencial para que el nuevo sistema institucional pueda funcionar. En su último discurso del 21 de julio apeló, a la lealtad federal. El rey apoyó la reconstrucción de nuestro país reconociendo las regiones y comunidades del Estado que, de hecho, se han incluido en el artículo primero de la revisada Constitución belga.

P. El rey, por tanto, simboliza la unidad del país.

R. Sin ningún lugar a dudas. Mucha gente, tanto de Flandes como de Valonia, veía a Baldulno como la base de la unidad nacional. El multitudinario homenaje que la población rindió al rey es una prueba de respeto hacia sus cualidades humanas y su carácter de símbolo de la unidad del Estado. Todo esto representa un claro rechazo a todos los que decían que Bélgica ya no existe, que está totalmente dividida.

P. El rey Balduino prestaba especial interés a los desfavorecidos.

R. Este interés se basaba en sus concepciones filosóficas y religiosas. Su filosofía estaba en la base de un gran humanismo y de mucha generosidad hacia los más desfavorecidos.

P. Se comentó que el rey era próximo al Opus Dei.

R. No lo creo en absoluto. Era un hombre muy religioso, pero estoy convencido de que no estaba vinculado, de que no pertenecía a este grupo. El rey no utilizó nunca sus concepciones religiosas en la vida pública.

P. Sin embargo, en 1990 Balduino no quiso firmar la ley que despenalizaba el aborto.

R. Yo mismo, como primer ministro, voté en contra de esa ley, ya que la consideraba demasiado liberal. Sin embargo, sancioné la ley como todo el Gobierno. El rey no tenía esa posibilidad y señaló que por razones personales de conciencia no podía firmar esta ley. Balduino me pidió entonces que encontrara una solución jurídica y política en nuestra democracia, ya que el Parlamento aprobó la ley. El Gobierno aplicó entonces un texto de la Constitución que le imposibilitaba para reinar.

P. ¿Qué influencia tenía la reina Fabiola sobre Balduino?

R. Fabiola apoyó de una manera formidable al rey Balduino. Estoy convencido de que el rey pudo realizar su tarea durante más de 42 años gracias al apoyo que recibía de su unión perfecta con la reina. Fabiola me dijo un día en un aeropuerto que el rey tenía una gran fuerza de voluntad, que comparó con las hierbas que crecen en las calles adoquinadas.

P. Se habló de canonizar al rey tras constatar el fervor de la población por el monarca.

R. La personalidad del rey Balduino era muy apreciada por toda la población belga. El homenaje ha sido tan masivo y general que no hay que hacer ahora propuestas demasiado apresuradas.

P. Ante los problemas de inestabilidad en Europa, ¿cómo veía el rey el proceso de construcción europea?

R. Balduino era un rey europeo que quería la inserción de su país en una unión europea federal, que respetase a los Estados miembros, las regiones y la diversidad cultural. Deseaba una política común europea a nivel internacional, y una unión económica y monetaria. Era partidario de una integración mayor, más allá de un simple mercado común.

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