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"No hagas caso si te llaman chino cochino"

Juan Carlos Sanz

"Me fui de Taiwan porque es un país pequeño donde los jóvenes no tienen mucho futuro". Después de casi cuatro décadas en Madrid, Miguel (nac4o Chi Luan) Shiao recuerda sólo vagamente que los acuerdos de Franco con Chiang Kai-chek le trajeron al colegio mayor San Juan Evangelista con una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores y 19 años recién cumplidos. Entonces, en 1956, sólo había un restaurante chino en Madrid. Ahora hay 500. Este confucionista larguirucho no se inmuta cuando un desconocido le llama "chino cochino" por la calle. "No hagas caso", recomienda a su nieto con infinita paciencia. "Mi filosofía de vida es seguir una buena conducta; hay que ceder si es necesario".Licenciado en Filosofía y Letras por la Complutense, tuvo que destrozar dos diccionarios de español-inglés para hacerse con el castellano. "Mi padre era coronel en el Ejército de Chiang Kai-chek y me llevó con él a Taiwan, pero mi madre y mis hermanos se quedaron en el continente con Mao. Venir a Europa era una oportunidad para volver a verlos, después de que la política nos separara".

Pero,se quedó en la universidad madrileña y acabó el doctorado. La familia de Shiao procede de la provincia de Shandong (al sureste de Pekín), la tierra de Confucio. Algo le queda del filósofo que vivió hace 2.500 años. Mucho después, el 13 de agosto de 1956, un estudiante chino llegó a la frontera de Irún.

Entre curso y curso, Shiao practicaba el autoestop mientras nacía el rock. Por entonces fue el fundador y presidente de la Asociación de Estudiantes Chinos. "España era un país mucho más pobre, pero la gente también era más amable".

Se casó, entretanto, con una pianista de Hong Kong, y sus tres hijos nacieron en Madrid. "Sí, alguno tuvo problemas en la escuela; ya se sabe que los niños son muy crueles". Ni se inmuta. "Creo que los madrileños me han tratado muy bien, no Í he te nido problemas, aunque hay gentes poco agradables que han escupido a mí paso".

Inmigrantes con pucheros

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Sin rencor, Shiao recomendaba a sus hijos que razonaran en lugar de pelearse en el colegio. "Si alguien os echa en cara qué hacéis aquí", les decía, "preguntad a esos niños de dónde son sus padres y por qué han venido a vivir a Madrid. Ya veréis que muchos tampoco son de esta ciudad".Unos amigos españoles le ayudaron con sus pequeñas economías a poner en marcha un restaurante chino: La Pagoda, el quinto que se abrió en Madrid Luego vino la avalancha de inmigrantes con pucheros. "Trabaja toda la familia, sin empleados y con precios muy bajos; no se podía competir con ellos y tuve que cerrar".

Shiao se trajo un cocinero chino, y fue el primero en importar artículos de alimentación de su país. "El estilo chino de comida no acaba de agradar a los españoles. Tuve que cambiarlo" *

Mientras, Shiao tuvo que emplear toda su paciencia para convencer a los funcionarios de aduanas de que los fideos transparentes eran de soja, y no de trigo, cuya importación no estaba permitida. El mismo edita sus libros de recetas de cocina, o traducciones de obras de Lao Tse. Y las vende en su librería de la galería comercial de la plaza de España.

"No sé casi nada del mundo de la inmigración, mi vida gira más en la parte española". Evita hablar de los problemas de los chinos recién llegados y con una constante tendencia a perder el pasaporte. "En la Asociación de Chinos en España, los socios llevamos mucho tiempo, una media de 10 o 15 años; no tenemos nada que ver con la última oleada de inmigrantes que no poseen todos los papeles en regla".

Shiao es uno de los más reputados traductores e intérpretes chinos en España. Ha dejado su estilo literario en los discursos del Rey durante las recepciones oficiales. También viajó con Felipe González a China en 1985.

"Este año me volvieron a pedir que le acompañara de nuevo, pero ya tengo 60 años y la tensión un poco alta".

Visita de vez en cuando su país y se inquieta por los cambios "demasiado rápidos" que condujeron al drama de la plaza de Tianarimen.

Confucio y la doble fila

"Yo no tengo miedo, no tengo enemigos. Me he dedicado a organizar clases de español para niños chinos. Es cierto que hay bandas de mafiosos que extorsionan a los dueños de restaurantes. Pero 20 chinos malos no van a acabar con la fama de 20.000 personas". Los hijos de Shiao le hablan en castellano. Y él sigue con Confucio su "religión natural para la vida". A pesar de una temprana educación católica -un jesuita vasco le bautizó con el nombre de Miguel-, Shiao mantuvo sus creencias. "Confucio es mucho más humano, basta con comportarse bien y practicar la caridad, aunque es muy difícil mantener estas ideas en Madrid, donde el tiempo y el dinero lo es todo. Si no puedes perder 15 minutos con un amigo, ¿qué es la vida?"

Al final, una sola queja. "Madrid tiene demasiados coches. Creo que Confucio no admitiría que se aparcase en doble fila. ¿Cómo vas a hacer lo que no te gusta que te hagan a ti?".

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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