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Tribuna:A LA INTEMPERIE
Tribuna
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Adónde va toda esa gente solitaria

Juan José Millás

Me puse en la boca del metro de Diego de León y empecé a preguntar a la gente dónde iba."A patinar", me contestó una señora gordita, de unos cincuenta años, que llevaba una cesta de la compra.

"¿Y usted?".

"Yo no voy a ningún sitio, estoy trabajando. Siga, por favor".

A las dos horas había recogido 15 o 20 muestras sin valor estadístico. Me las llevé a la redacción y empecé a repasarlas. Daba la impresión de que todo el mundo mentía. Por ejemplo, un señor que dijo que iba a ver a su cuñada al hospital tenía todo el aspecto de ir a encontrarse con su amante en un hotel. Luego pasó un tipo con cara de desesperación, que parecía que iba a suicidarse, pero tampoco iba a eso.

"Voy a pensar, a pensar un poco".

Hablaba de ir a pensar como el que habla de ir a las misiones, con una mezcla de misticismo y desesperación.

"¿Pero a dónde es adonde va a pensar?".

"¿Qué más da? Cuando se piensa no se va a ningún sitio. Fíjese en el alcalde: todo el día pensando en Madrid y no vamos a ningún sitio. Pensamiento y dirección son términos excluyentes".

Deduje que, efectivamente, iba a suicidarse, pero que trataba de ocultarlo por alguna razón, como los otros.

"Yo voy a darme una ducha", dijo un chico joven que iba abrazado a una diosa de diecisiete años con los muslos de regaliz y la boca de nata. A la diosa no le pregunté.

Más de uno me contestó con una grosería, pues mucha gente considera que es anticonstitucional preguntar al público que adónde, se dirige, como si lo de la vida privada fuera tan importante. Hubo un momento en que me dieron ganas de volver al periódico e inventarmelo todo. Pero otras veces que me he inventado las cosas el redactor jefe me ha pillado. La última fue cuando me inventé la catedral de la Almudena para no coincidir allí con el Papa y se dio cuenta enseguida porque le asigné un estilo (a la catedral). Esta vez me había dicho:

"Vete a la calle, pregunta a la gente que dónde va y haz un artículo. Queremos saber qué hace la gente en agosto".

Así que allí estaba yo, preguntando sin micrófono ni cámara de televisión, que es como jugar al tenis sin raqueta. La gente no se cree que preguntar sea un trabajo si no está detrás la televisión. Por eso, seguramente, me mentían, por que no se lo tomaban en serió. Luego había algunos que en lugar de decir adónde iban me contaban de dónde venían. Precisamente, Uno de éstos fue el redactor jefe, que pasó por allí por casualidad o para vigilarme y le hice la encuesta.

"Al periódico", dijo. Pero la cara que tenía es la de venir de él, aunque la verdad es que va y viene mucho.

De manera que cuando me puse frente al ordenador me di cuenta de que tenía que inventármelo todo para que resultara verosímil. Así que dije que la señora que iba a patinar se dirigía a la compra; y que, el del hospital, a echar un polvo; y el otro, a suicidarse; y la diosa y su chico, a comprar una moto. Hubo muchos que me respondieron que se iban a la mierda, pero a éstos no los incluí, porque estaba seguro de que el jefe iba a decir que era mentira. Cuando leyó el trabajo, me lo tiró a la cara.

"Te lo has inventado todo otra vez. La gente va a patinar, o a visitar enfermos, o a pensar, o a ducharse, pero a lo que más va es a la mierda, y aquí no hay uno solo que se vaya a la mierda".

Así que ya no sabe uno qué es mejor, si ir a los sitios o imaginárselos. De todos modos, te equivocas.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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