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Los atracadores cuelgan la 'chata'

"A los atracadores no les compensa el riesgo que supone asaltar un banco; hoy les resulta más rentable traficar con un kilo de heroína", dice un mando de la Brigada de Policía Judicial de Madrid. A mediados de los años ochenta, bandas de atracadores profesionales sembraron el terror desvalijando bancos. Llegaron a contabilizarse hasta 120 o 130 golpes al mes. En la actualidad, este tipo de hechos delictivos no supera la decena."Las mayores medidas de seguridad en los bancos y el hecho de que en ellos no haya grandes sumas de dinero, han aconsejado a los atracadores colgar la chata" [la escopeta de cañones recortados], señala un experto policial. Dar un palo hoy a un banco conlleva tener información del día y la hora en que habrá un botín importante, disponer de coches potentes, contar con una banda disciplinada y... mucha suerte para no ser atrapado.

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El monstruo de mil cabezas

Los quinquis, unos hombres valientes y temerarios, catalogados entre los mejores especialistas en asaltos a bancos, se han reconvertido al narcotráfico. Muchos de ellos ocupan el segundo escalón en el sistema de distribución de heroína, codeándose con los clanes iraníes, que son los verdaderos amos del gremio.

"El narco de envergadura es un hombre de negocios y no suele ser drogadicto", opina Leopoldo Ortega-Monasterio, psiquiatra forense. "Y los hombres de negocios no llevan armas y aceptan con resignación los fracasos", añade un policía.

En torno al aparentemente aséptico negocio de la droga gira un mundo cruel y despiadado: miles de jóvenes enganchados, familias rotas, sida, prostitución, cárceles, policías corruptos... Algunas de las cabezas del monstruo.

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