El arcipreste Treviño
Leo con interés el comunicado de prensa del obispado de San Sebastián acerca de la sentencia al arcipreste Treviño. Algunas de sus aseveraciones, como la de que "para que pueda hablarse de un ordenamiento jurídico apoyado en la dignidad de la persona humana, y por ello auténticamente democrático, el derecho a actuar en conformidad con los dictados de la propia conciencia ética debe ser valorado como un auténtico bien social", son notables: espero que el obispo Setién las mantenga cuando haya que revisar la legislación sobre el aborto, por ejemplo.Pero lo más llamativo, a mi juicio, quizá por deformación profesional, es la insistencia obispal en adoctrinar "desde una perspectiva ética" al enjuiciar tanto la sentencia como la conducta misma del señor Treviño. Por supuesto, los obispos tienen perfecto derecho a formular comentarios y valoraciones éticas: pero debe subrayarse que su autoridad en ese campo no tiene por qué ser mayor que la de un magistrado, un policía o un fontanero. La única "perspectiva" desde la que un obispo puede adoctrinar en calidad de experto es la religiosa, al modo, por ejemplo, en que el popular Rappel es experto en la perspectiva astrológica, Luis Cobos en la perspectiva musical, etcétera. Y, claro está, no debe confundirse la perspectiva religiosa con la perspectiva ética cuando se habla en una sociedad laica como la nuestra, ni arrogarse una especial vinculación con la clarividencia moral por hablar desde un púlpito donde ya se han oído tantos sermones moralmente peregrinos.-
Catedrático de Ética de la UPVEHU.
