De amor y visones
Hay hombres que compran sexo sin gastar nada, cuenta un juez. La trama viene a ser así. Basta dar conversación a una chica en la barra de un bar e invitarla a café. Luego, sugerirle dar un paseo: eso sí, por donde haya tiendas. Durante la ruta, fingir un flechazo. Y, muy importante, alardear de dinero, de mucho dinero. Detenerse ante un escaparate con peletería de lujo. Y aprovechar el ¡qué bonito! de ella. ";¿Te gusta? Entra conmigo. Venga, no te preocupes por el dinero, nos lo llevamos". Luego: "Oiga, nos gusta éste. ¿Cuánto vale? De acuerdo, le doy un talón". En el caso que describe este juez, el comerciante rechazó el cheque. "No importa, hoy es viernes, le dejo el talón (400.000 pesetas) y el lunes, después de que haya confirmado el cheque, vendrá esta chica a por el visón; no olvide su cara, ¿eh?". Ese fin de semana, todo fue amor para el estafador amoroso. El disgusto se lo llevó ella el lunes: "Señorita, el talón no es bueno y el visón no se mueve de su sitio".
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