Gitanos y otros sospechosos
La minoria étnica más numerosa del centro y este de Europa sufre sus peores días
Los Parlamentos de Eslovaquia y Hungría aprobaron la semana pasada nuevas leyes de protección a las minorías, que en la letra se ajustan a los mejores estándares europeos. Sin embargo, los gitanos, la minoría étnica más numerosa en la Europa central y del este, viven sus peores días.Están discriminados por la población local y las autoridades regionales por lo que las nuevas regulaciones no tienen un efecto visible en sus vidas. En la ciudad eslovaca de Spisske Podhradie se llegó a establecer un toque de queda nocturno sólo para gitanos que finalmente fue abolido por el Parlamento el jueves. En la república checa, decenas de miles de gitanos carecen de nacionalidad, por lo que se ven privados de los servicios básicos de protección estatal. En la localidad de Usti, en Bohemia del Norte, un bebé gitano de 11 meses murió la semana pasada después de que un médico del hospital de esa ciudad se negara a atenderlo.
En Rumania, donde viven 2,5 millones de gitanos, fueron incendiados 180 de sus hogares en ataques racistas el año pasado. En Hungría son víctimas de la violencia de los cabezas rapadas y de otros grupos de extrema derecha.
En el informe anual recientemente publicado por la Federación Internacional de Helsinki para los Derechos Humanos se denuncia que los ataques contra gitanos en los antiguos países socialistas fueron llevados "en muchas oportunidades con activa participación de la policía local o con su aprobación pasiva o silenciosa". "Los gitanos", continúa el informe, "están siempre al final en la lista de prioridades de los Gobiernos nacionales".
Según el Consejo de Europa los niveles de vida de esta minoría "han empeorado dramáticamente" en los últimos tres años y son las víctimas más vulnerables de las reformas económicas. El analfabetismo alcanza a un 27% de la población gitana y el paro llega a un 80%, como es el caso de Bulgaria.
Dirigentes gitanos de la ciudad eslovaca de Spisske Podhradie se mostraron dispuestos a presentar reclamaciones ante el Consejo de Europa por ser víctimas, desde el pasado día 1, de una orden municipal de toque de queda exclusivamente a ellos. El alcalde de la ciudad, Frantisek Slebodnik, prohibió salir de sus casas a "gitanos y otros sospechosos" entre las once de la noche y las 4.30. Según Slebodnik, con estas medidas pretendían "bajar los índices de criminalidad". A instancias de la Comisión Parlamentaria para la Administración del Estado y de las Minorías, el Parlamento eslovaco votó unánimamente en contra de esta orden el pasado jueves, al reconocer que las autoridades habían violado claramente la Constitución.
En Usti, la ciudad checa situada al norte de Bohemia, una niña de 11 meses murió porque el médico del hospital local se negó rotundamente a atenderla argumentando que el Estado no pagaría el dinero para la terapia necesaria. Los padres del bebé, sin nacionalidad, y por tanto sin seguro médico, no podían costear el tratamiento.
En la República Checa viven alrededor de 300.000 gitanos, y sólo 65.000 de ellos han obtenido la nacionalidad de ese país -que es un trámite dificil y lento- y con ella los beneficios de asistencia médica, jubilación y subsidio de desempleo. El Estado exige para otorgar la ciudadanía un mínimo de dos años de residencia en el país, que será aumentado a cinco a partir del próximo enero, además del conocimiento de la lengua checa y una ficha policial limp¡a en los últimos cinco años.
En la ciudad húngara de Egar, organizaciones de gitanos convocaron una manifestación el pasado domingo para denunciar el racismo y la violencia desencadenados contra ellos. El grupo de extrema derecha Jóvenes de la Nación contestó con otra manifestación de protesta. Durante el último año, este grupo se ha dedicado a perpetrar acciones violentas contra esta minoría constituida por medio millón de personas en toda Hungría.
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