Declaración final en defensa de las libertades

J. C. Los 21 países participantes en la reunión de Salvador de Bahía reafirman en el Documento final de la Tercera Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno su "pleno compromiso con la democracia representativa, el respeto, la defensa y la promoción de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales". Al mismo tiempo, la cumbre reitera "los principios de soberanía, no intervención, integridad territorial" y reconoce "el derecho de cada pueblo a constituir libremente, en la paz, estabilidad y justicia, su esquema político y sus instituciones".

El proyecto casi definitivo de Declaración de Bahía constaba de 73 apartados, que tratan de dar gusto a todos. La primera parte contiene una serie de enunciados solemnes. La segunda se refiere a la "Cooperación entre los países del área" en temas de concertación política ante organismos internacionales. La tercera parte, del párrafo 46 al 73 aparece bajo el título "Materias de interés".

En un curioso batiburrillo entran desde el punto 53, con el apoyo a la celebración de un congreso de ciencia política en Santiago de Chile, al 58, donde los 21 países declaran: "Consideramos indispensable el análisis del fenómeno mundial de la corrupción, por su incidencia negativa en las democracias".

Sobre drogas, el punto 56 de la declaración se remite a las cumbres precedentes de Guadalajara (México) y Madrid y considera que "el grave problema de la producción, tráfico y consumo ¡lícitos de drogas debe considerarse desde una perspectiva integral y bajo responsabilidad compratida".

El polémico tema del embargo, lo que la retórica oficial cubana llama bloqueo, se esconde en el punto 68. No se menciona de forma expresa la palabra embargo, ni tampoco Cuba o Estados Unidos. Los países reunidos en la cumbre declaran sobre el tema con una orgía de comas en la redacción: "Tomamos nota de las resoluciones recientes en foros internacionales, sobre la necesidad de eliminar la aplicación unilateral, por cualquier Estado, con fines políticos, de medidas de carácter económico y comercial, contra un Estado".

En el punto 64, la III Cumbre Iberoamericana se une "en la preocupación universal por las crecientes manifestaciones de xenofobia y racismo que se vienen presentando en diferentes lugares del planeta". Reconoce la declaración elaborada en Bahía que las raíces del problema son "tanto de índole económico como social" y considera urgente "estimular la cooperación que conlleve a mayores y mejores oportunidades de trabajo y que permita disminuir las diferencias entre nacionales y extranjeros".