La fuerza bruta sustituye a la eficacia
Los militares brasileños convirtieron Salvador de Bahia, sede de la Tercera Conferencia Iberoamericana de Naciones, en una ciudad en estado de sitio, a base de una exhibición de armamento y soldados en cada esquina. Una tropa inculta y poco preparada para el evento provocó caos en el tráfico y convirtió en una pesadilla el trabajo de periodistas y miembros de las delegaciones. Las medidas de seguridad en Salvador constituyen una pieza antológica de empleo de la fuerza bruta.El despliegue ponía de manifiesto una carencia absoluta de controles adecuados, con un mínimo de sofisticación para proteger a los mandatarios más amenazados por el terrorismo. No vacilaron los militares brasileños en instalar un arma antiaérea en las proximidades del Centro de Convenciones, un navío de guerra en la bahía y ametralladoras situadas en trincheras de sacos apuntaban hacia las favelas (chabolas) vecinas. Todo un testimonio palpable de falta de confianza en el pueblo o de la impopularidad de los reunidos en la cumbre.
Los soldados no reconocían las acreditaciones y se limitaban a impedir el paso a todo bicho viviente. Pero nadie controlaba el acceso con bolsas de cualquier tamaño a los hoteles donde residen los presidentes más amenazados. Para llegar a la conferencia de prensa del peruano Alberto Fujimori los soldados retuvieron durante casi una hora el acceso a autobuses con periodistas acreditados.
Sin embargo, en el hotel nadie impedía llegar con enormes bolsas o paquetes al salón donde Fujimori se reunía con la prensa. La desorganización de la cumbre obligaba a los periodistas a cargar todo el día con los ordenadores de un lado para otro.
De tangas a teléfonos
El recinto donde se celebra la conferencia se parece más a un mercadillo de venta de toda clase de productos, desde tangas a teléfonos celulares, y todo tipo de material para supersticiones y conjuros, pero resulta imposible comprar un periódico.
Con la organización de esta conferencia, comparada con la Cumbre de la Tierra, hace algo más de un año en Río de Janeiro, Brasil ha hecho honor a su mote de Belindia, que expresa la existencia en un mismo territorio nacional de dos países, Bélgica y la India. La cumbre de Río fue un modelo perfecto de organización digno de un país avanzado. La Iberoamericana de Bahía ha resultado una exhibición de tercermundismo. No faltaban los malvados que relacionaron todo con el cambio político y aseguraban con cinismo: "Con Collor [el presidente brasileño destituido por corrupción] no pasaba esto".
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