El Rey invoca la necesidad del pacto social
La inauguración solemne de la legislatura estuvo cuajada de menciones al diálogo, la crisis y el paro
El rey Juan Carlos dio ayer un paso más allá de lo protocolario y aprovechó la sesión conjunta de Congreso y Senado, en la apertura solenme de la quinta legislatura, para urgir la necesidad de un pacto social. "Más que nunca, en estas circunstancias hay que aunar esfuerzos y buscar compromisos entre las fuerzas políticas y sociales", dijo. El rey de España no lee eldiscurso de la Corona -es decir, el programa del Gabinete de turno-, como sucede en el Reino Unido, pero ayer asumió expresamente la prioridad absoluta del Gobierno y de las fuerzas sociales. Paradon Juan Carlos, "con el diálogo y la colaboración de todos, debemos defender la causa de la libertad, del progreso, de la justicia y de la solidaridad. El Rey elogió el sentido político de la ciudadanía.
Los reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, junto al príncipe heredero, Felipe de Borbón, y las infantas Cristina y Elena, fueron recibidos al pie de la escalinata principal del Congreso por los presidentes del Congreso y del Senado, Felix Pons y Juan José Laborda; los miembros de las mesas de ambas cámaras y el presidente del Gobierno, Felipe González.Los Reyes, el heredero de la Corona y los presidentes del Congreso y del Senado ocuparon la presidencia del Congreso, mientras los diputados, y el nuevo Gobierno desde el banco azul, aplaudían la entrada al hemiciclo de don Juan Carlos, doña Sofía y don Felipe de Borbón. Las infantas ocuparon un lugar preferente en la tribuna de invitados, entre los que se encontraban los presidentes de las altas instituciones del Estado, ex presidentes del Congreso y del Senado, representantes del Cuerpo Diplomático y presidentes de comunidades autónomas. Entre estos últimos figuraban Jordi Pujol, de Cataluña; José Antonio Ardanza, del País Vasco, y Manuel Fraga, de Galicia. También acudieron el de Madrid, Joaquín Leguina; el de La Rioja, José Ignacio Sainz; la presidenta de Murcia, María Antonia Martínez, y el presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. En la primera fila del palco de invitados se encontraba el presidente de la Conferencia Episcopal, Elías Yanes.
El Rey pronunció un discurso breve, una buena parte del cual estuvo dedicada a glosar no sólo la normalidad democrática de nuestro país, sino a rendir homenaje a la ciudadanía por su "sentido de responsabilidad y de compromiso con el correcto funcionamiento de las instituciones de la Monarquía parlamentaria", que se ha puesto de manifiesto con la alta participación en las últimas elecciones. Éstas, según el Rey, hicieron aflorar "un electorado que ha dado muestras inequívocas de saber ser exigente consigo mismo".Vocación europea
Don Juan Carlos insistió en la vocación europea de la política española y se refirió a los profundos cambios que se han operado en el panorama internacional desde que: se inauguró, en 1989, la anterior legislatura. "Alguna incertidumbre se ha despejado, pero también alguna esperenza se ha frustrado", dijo el Rey. El colofón de esos cambios, para don Juan Carlos, supone que "nuestros Estados sufren una crisis económica que está produciendo graves consecuencias sociales, la más dramática de las cuales es el desempleo que efecta a un número considerable de ciudadanos, sus familias".
El Rey repudió el terrorismo e hizo una llamada explícita a la "tolerancia y el diálogo", a la "ética como norma de conducta en las relaciones individuales y sociales, en la actividad social y en la actividad política", y la "transparencia", porque, concluyó don Juan Carlos, "la democracia florece a la luz del día, porque sólo en una sociedad abierta e informada los ciudadanos se saben actores y no meros espectadores de su destino".La necesidad de pactos y un extenso pronunciamiento sobre la solidaridad fueron, precisamente, dos los ejes del discurso del presidente del Congreso, Félix Pons, en la intervención que abrió la jornada parlamentaria. "Es esa nueva sociedad la que, por su propia naturaleza", dijo Pons, "demanda la ampliación de las áreas de consenso, porque muchas de las viejas zonas de fricción o enfrentamiento han desaparecido".
Pons conectó el frontispicio de la Constitución -"España se constituye en un Estado social y democrático de derecho"- con la exigencia de solidaridad para la "todos y cada uno de los diputados y senadores" a cumplir su compromiso con ese binomio constitucional. "Si la mayoría de los que tienen trabajo se desentienden de los que no lo encuentran o lo han perdido; si la mayoría de los sanos se desentiende de los enfermos; si la mayoría de los instalados se desentiende los marginados; si una sociedad se desentiende de los débiles o de los que necesitan ayuda para ejercer sus derechos o desarrollar sus posibilidades en pie de igualdad, no es una sociedad legitimada", aseguró Pons en su discurso.
El presidente del Congreso glosó en su intervención los cambios que Europa ha conocido desde el inicio de la anterior legislatura, a partir de la caída del muro de Berlín, para concluir que todo ello ha coincidido "con el fin de uno de los ciclos más altos y duraderos de la economía de los países desarrollados para pasar a la más dura recesión de la posguerra, seguramente inducida, en gran medida, por el conjunto de factores que han trastocado espectacularmente los escenarios que hace tan sólo tres años parecían sólidamente asentados".
Pons centró la realidad política española en los resultados electorales, sin mencionarlos expresamente, y advirtiendo que sería minimizar el cambio operado en la correlación de fuerzas reducirlos "a una estimación numérica de los resultados electorales". Para Pons, ante la nueva sociedad nacida de los cambios radicales que Europa ha sufrido, "el diálogo, el pacto, la transacción no pueden ser respuestas coyunturales o transitorias determinadas por la necesidad".
La jornada parlamentaria concluyó en la carrera de San Jerónimo, donde los Reyes presidieron un desfile en el que participaron fuerzas de los tres ejércitos y de la Guardia Civil.
Las medidas de seguridad en torno al Congreso se extremaron desde la mañana del martes, pero muchos ciudadanos cubrieron el recorrido de las tropas, que fueron ovacionadas mientras se oyeron gritos repetidos con vivas a España y a los Reyes.La dificultad del pacto
Ayer mismo, y pocas horas antes del mensaje del Rey y de las menciones de Pons al problema del paro y la necesidad de diálogo y de acuerdo, el secretario general de UGT, Nicolás Redondo, en el programa Los desayunos de Radio Nacional de España, aseguraba que "vamos con buena voluntad a negociar, pero sería necio no reconocer las profundas dificultades que hay para ponernos de acuerdo".
Para Redondo, la moderación salarial "no es la que entrañaría las mayores dificultades para llegar a un acuerdo", ya que, a su juicio, la clave estará en la reforma del mercado de trabajo.
La cultura atrae a las cámaras
Diputados y senadores confirmaron ayer la radical igualdad ante determinados estímulos. La nueva ministra de Cultura, Carmen Alborch, se dirigió, sola, hacia el banco azul -porte espectacular, melena rojiza- y provocó un murmullo admirativo. Un grado más de entusiasmo hubiera transmutado el hemiciclo parlamentario en patio de cuartel.Diputados y senadores se apiñaban en bancos que, para la sesión solemne de apertura, sustituyeron a los escaños individuales. Algunos diputados, entre ellos Alfonso Guerra, se vieron desplazados de sus lugares habituales. Los nuevos ministros recibían abrazos y parabienes con gesto de indisimulada felicidad.El presidente de la Conferencia Episcopal, Elías Yanes, fue testigo atento del espectáculo, mientras Jordi Pujol y Manuel Fraga mantuvieron un diálogo prolongado y vivo en los gestos. A su lado, más pausados de formas, pero con la misma insistencia en el diálogo, el renovador Joaquín Leguina y el guerrista Juan Carlos Rodríguez Ibarra aprovecharon el largo prolegómeno de la sesión. José Antonio Ardanza eligió el camino institucional y se situó junto al presidente del Consejo del Poder Judicial, Pascual Sala.
Julio Anguita marcó distancias al cerrar el acto: aplaudió tímidamente los primeros compases de la ovación al discurso del Rey, pero permaneció con las manos cruzadas mientras el hemiciclo y las tribunas sostenían el homenaje.
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