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El señor obispo siente vergüenza

El prelado de Guadalajara acoge a drogadictos rechazados en un pueblo de su diócesis

El señor obispo siente vergüenza. José Sánchez, de 58 años, lo dijo en público, a través de su párroco de Trijueque (Guadalajara). Fue durante la homilía del domingo 27 de junio. La iglesia estaba a rebosar. Arturo Ibáñez, el párroco, transmitió el mensaje encargado por Sánchez, titular de Sigüenza-Guadalajara. El señor obispo, dijo, siente vergüenza y desea que ninguna familia de Trijueque, de unos 260 habitantes, padezca en su entorno el problema de la droga. Los vecinos habían conseguido para entonces su objetivo: que la organización privada Proyecto Hombre no instalara un centro de rehabilitación de toxicómanos en la pequeña localidad alcarreña, a lo que se habían opuesto radicalmente. Ahora el obispo tiene drogadictos en su casa episcopal de Sigüenza.La historia había comenzado en la primera semana de junio. Vecinos de Trijueque montaron guardia, día y noche, para impedir que los responsables de Proyecto Hombre, cuyo objetivo es recuperar a toxicómanos, ocuparan el chalé que habían alquilado para iniciar la segunda fase de rehabilitación de unos 50 jóvenes ya desenganchados.

A Sánchez, que fue capellán de inmigrantes durante 20 años en Alemania, hasta que en 1980 fue nombrado obispo auxiliar de Oviedo, le hierve la sangre. "Sí, siento vergüenza", espeta antes de disparar el discurso que le sale de dentro, ese que elude la tradicional diplomacia episcopal. "Siento vergüenza de que en este país haya ciudadanos de primera, de segunda o de tercera; de que un ciudadano pueda alquilar un chalé o un piso y pueda ocuparlo sin problemas, y de que otros, por su condición de drogadictos en proceso de rehabilitación, no puedan hacerlo". "Parece", añade, "que estos colectivos estén apestados".

La oposición vecinal fue fuerte, no amedrentándose ni con la presencia de la Guardia Civil, que ofreció sus servicios a los responsables de Proyecto Hombre para ocupar el chalé, algo que fue desestimado. Llegó incluso a la carretera de Barcelona, la que une Guadalajara con Madrid. Una pancarta pendía a la altura del término municipal de Trijueque. Sánchez no quiere ni recordar la leyenda: "Modesto, llévate a los drogadictos a la casa episcopal". Modesto Salgado es un sacerdote católico, responsable de Proyecto Hombre en Guadalajara.

Sánchez, que exculpa a sus ovejas, o fieles de Trijueque, ha hecho caso de la leyenda, aunque sólo sea de forma provisional. Ha realizado obras en su casa episcopal y ha habilitado un ala del edificio para que sea ocupada por los chavales, que trabajarán en el jardín episcopal, por el que el obispo acostumbra a pasear rezando el breviario. "Pero sólo es provisional", insiste el obispo, consciente de que los tratamientos de rehabilitación no pueden desarrollarse con plenitud entre las cuatro paredes de un palacio, por muy episcopal que sea. Ahora negocia con las administraciones la cesión de un lugar bajo el sol para los jóvenes.

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