_
_
_
_
_

Las dos Coreas, una herida abierta

La visita de Clinton evidencia el abisfrio que aun separa a Seul de Pyongyang,

Juan Jesús Aznárez

El mundo ha cambiado sustancialmente desde que la península coreana fuera dividida en dos por las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial, pero Corea del Norte y Corea del Sur, resultado de aquella partición, se temen todavía, sus ejércitos acechan la trinchera contraria como en los años duros de la guerra fría y los esfuerzos de reconciliación han sido escasamente provechosos. El presidente norteamericano, Bill Clinton, visita el Sur, capitalista y aliado, y aconseja al Norte, comunista y arruinado, que abandone sus ambiciones nucleares. "Le conviene", advirtió amenazador. Clinton llegó ayer al polvorín asiático y en él recorrerá algunos escenarios de la salvaje guerra de Corea (1950-53), triste recordatorio de odios sin superar y matadero de casi dos millones de soldados, 33.000 de ellos estadounidenes."Corea del Norte es un país que asusta", había manifestado el secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, pocos días antes de que llegase el inquilino de la Casa Blanca. El jefe de la diplomacia estadounidense reconoció su temor al régimen de Pyongyang porque el voluntario aislamiento de la dictadura de Kim Il Sung impide conocer las verdaderas características y volumen del armamento y la tecnología bélica suministrada masivamente en los años cincuenta y sesenta por China y la desaparecida Unión Soviética.

Corea del Norte es una nación temible porque nadie conoce las intenciones del hombre que, reproducido en 38.000 estatuas, se hace venerar como un dios en los patios de un calabozo de 22 millones de personas, ignorantes muchas de ellas de que cumplen condena. La posibilidad de que las instalaciones nucleares de la dictadura puedan fabricar bombas atómicas prepcupa especialmente a Japón, odiado en ambas porciones de la península por la brutal colonización de su Ejército imperial a principios de siglo.Durante a cumbre del G-7 en Tokio, Clinton anuncié, que EE UU mantendrá su estrategia en el Pacífico y el grueso de un contingente militar que supera los 100.000 soldados en diversos acuartelamientos. Los Gobiernos del este asiático aceptan esa presencia armada porque disuade a otras fuerzas sospechosas de ambiciones hegemónicas. China y Taiwan apenas se hablan, Vietnam y China, que lo hicieron a tiros hace pocos anos, se disputan un atolón, y todos temen que en los puertos donde hoy fondea la flota norteamericana recalen algún día los destructores de Japón, el imperio cortejado por su fuerza económica y aborrecido por la brutalidad de su antigua expansión militarista.Futuro imprevisible

"Es díricil conocer cuál sería la reacción de Kim Il Sung en el caso de que el deterioro de la situación interna se acelere y se sienta acorralado desde el exterior", comenta un experto. Si

embargo, ni el Gobierno Japones ni el chino, progresivamente distanciado del régimen de Pyongyang y opuesto a que el Consejo de Seguridad imponga sanciones a Corea del Norte, desean un arrinconamiento del hombre que amenaza con abandonar la disciplina del Tratado de No Prolifíeración de Armas Nucleares.

La llegada de Bill Clinton ha estado precedida por una dramática declaración de un portavoz del Ministerio de Exteriores surcoreano: "La visita del presídente a la zona desmilitarizada, exponiéndose tan de cerca a los hostiles soldados norcoreanos, constituye un claro mensaje al mundo de que Estados Unidos está firmemente comprometido en la defensa de Corea del Su?'.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Garitas militares, puestos de observación y escucha, y dos centros de mandos situados frente por frente flanquean el pasillo de cuatro kilómetros que divide, en Panmunjom, la península y sus respectivos arsenales. Los centinelas del norte y del sur montan guardia a menos de cincuenta metros unos de otros y la observación de sus movimientos es ya atracción turística. Cada año, 80.000 personas acuden en autobuses a esta frontera procedentes de Seúl v muchos menos viajan desde Pymgyang. Ambos países fomentan las visitas y durante ellas se imparte la respectiva doctrina.

"Sin la presencia de los soldados norteamericanos, los coreanos nos entenderíamos mejor",aseguraba un oficial norcoreano, de 39 años, durante un diálogo en una reciente visita a la línea divisoria. A ' 20 metros, un marine fotografiaba, como se hace rutinariamente, la escena entre un occidental y los militares de Kim II Sung. A pocos metros, di simulado en un pórtico, uno de los soldados del gran líder hacia lo propio con. un grupo de turistas surcoreanos.

El Gobierno de Seúl, hasta hace pocos años más militar que democrático, teme que los recortes prespuestarios de la nueva Administración norteamericana aconsejen la reducción de tropas en Corea del Sur y que la retirada, todavía no prevista a gran escala, sea aprovechada por Pyongyang para consumo interno o interpretada como síntoma de debilidad en la alianza. En los dos últimos años, el Pentágono ha repatriado a 7.000 hombres, en su mayor parte destinados en servicios auxiliares.

El vecino que asusta

Corea del Norte, con 22 millones de habitantes, dedica el 20% de su Producto Nacional Bruto, unos 7.000 millones de dólares, al mantenimiento y modernización de unas Fuerzas Armadas integradas por un millón de personas, según expertos militares occidentales. Corea del Sur, con 40 millones de habitantes, dedica el 4,2% de sus gastos a defensa y agrupa en las diferentes armas a 650.000 soldados, mejor dotados que sus vecinos y reforzados por 36.000 marines norteamericanos y el arsenal nuclear de la superpotencia.Corea del Norte se ha quedado sola y es casi seguro que en una guerra conveincional sería derrotada. Sin embargo, se desconoce el grado de su tecnología nuclear al prohibir su Gobierno la entrada de los inspectores de la Agencia de Energía Atómica. Pyongyang argumenta que su verdadera misión es espiar.

Este año, en las maniobras conjuntas de Corea del Sur y EE UU 120.000 soldados de ambos ejércitos simularon un ataque de Corea del Norte. Para el diario del Partido Comunista norcoreano se trató de "un ensayo de guerra nuclear".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_