Ahorcados en El Cairo, siete extremistas islámicos
Egipto mandó ayer a la horca a siete extremistas islámicos por atacar a turistas y conspirar contra el régimen laico de Hosni Mubarak. La ejecución colectiva, en una cárcel de El Cairo, fue la más recia demostración de firmeza del régimen frente al desafío del fundamentalismo islámico.Los siete fueron condenados por un tribunal militar que el pasado 22 de abril les declaró culpables de una serie de ataques contra autobuses de turistas y un crucero en el NiIo el año pasado. Cinco turistas alemanes resultaron heridos en uno de esos ataques.
Los ejecutados pertenecían a la Gamaá al-Islamiya (Agrupación Islámica), la organización clandestina que ha jurado derrocar el Gobierno del presidente Hosni Mubarak e instalar un régimen religioso similar al de Irán. Organismos defensores de los derechos humanos han cuestionado severamente los métodos de la justicia egipcia y Amnistía Internacional tiene documentación sobre la frecuente práctica de la tortura.
Aunque ayer era imposible pronosticar la magnitud de las consecuencias de las ejecuciones, lo que sí podía afirmarse es que Egipto está siguiendo el modelo de Argelia en la represión del movimiento militante islámico. Mubarak, arquitecto de la peculiar "santa alianza musulmana contra el terrorismo", forjada en enero por los regímenes conservadores del área, ya no podrá ser acusado de pusilanimidad. En la historia moderna de Egipto no existen antecedentes de siete colgamientos en una sola vez.
Mubarak y sus enemigos lo han dicho mil veces. Ésta es una guerra a muerte. El Gobierno de El Cairo ha visto cómo en el último año y medio los cócteles molotov de los fundamentalistas son capaces de ahuyentar al turismo y hacer tambalear su economía.
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