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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Temeridad y pedagogía

EN APENAS 48 horas, más de una decena de personas fallecieron ahogadas en la costa mediterránea española. Sólo en Cataluña, el censo de muertos se elevó a 10. Soplaba un fuerte viento de levante y la resaca de las olas se llevó a unos temerarios bañistas. Una escena lamentable, como también lo fue el capítulo de excusas de las autoridades responsables de la seguridad costera. El caso más dramático, si es que hay matices en la tragedia de la muerte, sucedió en Barcelona el domingo. Una ciudad que ha estrenado gozosa sus playas urbanas, pero que ignoraba los peligros que encierra el mar. Un joven se adentró imprudentemente en el oleaje y no pudo regresar a la playa. Durante 45: minutos, los bañistas contemplaron cómo iba debilitándose hasta que el mar le robó la vida. Y tan impotentes como los bañistas estuvieron los voluntariosos miembros de la Cruz Roja, que advirtieron trágicamente cómo no disponían del mínimo utillaje para reaccionar ante estos casos. El único salvavidas que tenían lo habían colocado en una lancha, pensando, que cualquier emergencia sería más resoluble desde el mar. Una lancha que se partió en mitad del oleaje.La imprudencia de los bañistas ha sido grave y no puede descargarse toda la responsabilidad en la Administración, a la que de esta manera obligaríamos a tutelar la inconsciencia de sus ciudadanos. Pero esa misma imprudencia no puede excusar la inoperancia técnica de quienes tienen la obligación de velar por la seguridad ciudadana en las costas. Seguramente, a raíz de este luctuoso recuento de muertes en la playa, se advertirá la conveniencia de una campaña sobre la conducta que debe tener cualquier ciudadano en el mar. Un mar que sólo se contempla como lugar de regocijo, especialmente ese mar tranquilo que es el Mediterráneo, pero que oculta peligros mortales. Pedagogía sobre el mar, prudencia del bañista, vigilancia más estricta de las costas..., pero también una preparación suficiente para poder reaccionar ante la tragedia. Nada de eso hubo el domingo en la costa de Barcelona y ahora llegan los lamentos que nada remedian.

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