Recesión y política económica
La recesión económica que sufre Europa se ve acrecentada en el caso español, con una tasa de paro que supera el 21% y donde el desempleo se resiste a bajar de forma significativa incluso en épocas de gran crecimiento económico. El articulista propone para el caso español la reforma del mercado de trabajo y la apertura del diálogo social como elementos necesarios para salir de la crisis.
1. CE. Una recesión retrasada pero profunda
Unas semanas antes de la reciente cumbre de Copenhague, la Comisión de la CE ha publicado su Informe económico anual para 1993. Según el mismo, 1993 va a ser el tercer año consecutivo de un periodo de recesión en el ámbito de la Comunidad. Lo que empezó siendo en 1991 una moderada desaceleración del ritmo de crecimiento ha llegado a transformarse, en algunos momentos de 1992 y 1993, en un auténtico retroceso de la actividad económica en la mayoría de los países de la CE.
En términos de comportamiento macroeconómico, el bajo o nulo crecimiento de la CE en esta etapa reciente de profundización de la crisis se ha caracterizado por una profunda debilidad del consumo privado, por un retroceso de la inversión y también por una notable disminución del empleo. Como principales variables explicativas de esta situación, el citado informe destaca la incidencia de los elevados tipos de interés reales existentes, la sobrevaloración del tipo de cambio medio de la CE frente al resto del mundo y la pérdida de cuota de mercado del conjunto de la Comunidad en los mercados mundiales.
Conviene en este momento recordar que, como vía de superación de los problemas aparecidos a lo largo de los años setenta, en la década siguiente se siguió en la mayoría de los países industriales de la CE y la OCDE, con carácter generalizado, una estrategia económica de medio plazo. Los elementos más destacados de dicha estrategia fueron, entre otros, los relativos a la prioridad del objetivo de reducción de la inflación, la aplicación de políticas monetarias de perfil restrictivo, favorecedoras de unos tipos de interés elevados, y la práctica de políticas fiscales y presupuestarias encaminadas al control y la reducción del déficit público. Otras piezas relevantes han sido las políticas de reforma estructural, encaminadas a aumentar la flexibilidad de la economía, particularmente en el sector financiero y en el mercado de trabajo, y la reducción significativa del tamaño del sector público productivo.
La estrategia citada se ha aplicado con distintos matices en los diferentes países industriales a lo largo de los años ochenta. En principio, los resultados fueron a primera vista positivos, viéndose favorecidos en la CE por el impulso dado a la integración europea, sobre todo ante las expectativas generadas por la culminación del mercado único a partir de 1993. Sin embargo, como la Comisión de la CE recoge en su informe de 1993, no se ha podido impedir la aparición de una recesión en los primeros años noventa. Así, mientras que en el trienio comprendido entre 1988 y 1990 la Comunidad creció a un ritmo medio anual real del 3,4% en cuanto a aumento del PIB se refiere, en 1991-1993 dicho crecimiento medio se ha reducido al 0,7% de promedio anual, retrocediendo también el empleo de manera significativa en este último periodo. Para la Comisión de la CE, la citada estrategia de medio plazo está atravesando por una etapa crítica, bien por sus limitaciones, bien por su insuficiente implantación.
La recesión de 1991-1993 revela, pues, tanto la existencia de una seria dificultad de competir a nivel mundial por parte de la CE como también pone de manifiesto que, en ausencia de estímulos significativos, el mejor funcionamiento de los mercados no ha conducido hasta ahora a la recuperación del crecimiento y del empleo y a la estabilidad financiera.
2. La recesión en España: algunos rasgos específicos
Una economía crecientemente abierta al exterior como la española no podía dejar de verse afectada por una recesión de tan amplio alcance. El diferencial de crecimiento entre los tres años de recesión y los tres previos ha sido también significativo en España. Entre 1988 y 1990, la economía española atravesó por una etapa de notable expansión, creciendo a un promedio anual del 4,5%. Entre 1991 y 1993, el crecimiento medio anual va a rozar el 1%, destacando también en España frente a la CE el mayor déficit corriente de la balanza de pagos y una sensiblemente más elevada tasa de desempleo.
Sobre un trasfondo de recesión, y tras una etapa previa de comportamiento netamente positivo, en la economía española han destacado, por su alcance, dos problemas que tienen un cierto carácter crónico en la historia económica de España. El primero, manifestado en el importante déficit corriente de la balanza de pagos, sería la dificultad de competir en un mercado abierto por parte de amplios sectores productivos de la economía española. El segundo es el bajo ritmo de creación de empleos en los periodos de recuperación, que tiene su contrapartida en el intenso ritmo de destrucción de puestos de trabajo cuando la economía desacelera su crecimiento, concretamente por debajo del 2%. Empleando el texto de un artículo de R. Layard ('Unemployment: a letter to Mr. Delors', Financial Times, 8 de junio de 1993), un desempleo en España del 21,7% resulta especialmente elevado como consecuencia de la desaceleración del crecimiento, pero más destacable aún resulta el alto nivel medio de desempleo de los últimos cinco años, no inferior al 16% de la población activa.
La recuperación en España tendría que estar, pues, necesariamente acompañada y asociada a una profunda reestructuración de la estructura productiva. Un indicio de los problemas sectoriales lo revela el hecho de que el índice medio de precios de la agricultura y de la industria haya crecido en los últimos años en España casi un 15% en promedio por debajo del correspondiente índice de precios de la construcción y de los servicios. El diferente grado de competencia al que se ven sometidos los distintos sectores productivos está generando situaciones muy dispares dentro de la base productiva española.
3. Política económica contra la recesión
El informe de 1993 de la Comisión de la CE ha subrayado la trascendencia actual de determinadas actuaciones de política económica para favorecer un mayor crecimiento de la actividad y del empleo en un marco de estabilidad. Dentro de dichas actuaciones destaca, el descenso de los tipos de interés a corto plazo, la reestructuración del gasto público en favor de los componentes más favorecedores del crecimiento y la adaptación de los programas de convergencia a la situación económica real de 1992-1993.
La política económica española a desarrollar en los próximos años se tiene que desenvolver dentro del marco hasta aquí descrito, marco que no resulta excesivamente amplio, sobre todo si a lo anterior se añade la presión constante que la libertad existente en el movimiento de capitales impone sobre el tipo de cambio.
Como componentes básicos de la política económica en España aparecen el logro de un mayor crecimiento en un contexto de estabilidad, el fortalecimiento de la base productiva y la racionalización permanente de las prestaciones sociales.
En cuanto a actuaciones puntuales, en la situación económica española actual destaca la importancia de dos bloques de actuaciones. La primera se refiere a la reforma del mercado de trabajo, donde la política de empleo deberá reestructurarse desde las actuaciones pasivas (prestaciones de desempleo, jubilaciones anticipadas) hacia las políticas activas (formación, empleo de jóvenes, empleo subsidiado), y donde la movilidad laboral deberá acrecentarse significativamente. En segundo lugar, destaca también la trascendencia que el pacto y el diálogo social pueden presentar, tanto para hacer posible el cambio general que en las condiciones de producción implica el nuevo marco de economía abierta como para que las políticas necesarias se apliquen en un entorno que podrá ser más expansivo cuanto mayor sea el margen que dicha negociación abre.
Todo lo anterior configura un programa duro y ambicioso que debe ocupar bastantes de las energías colectivas de la legislatura que va a comenzar al principio del verano de 1993.
Julio Rodríguez López es presidente del Banco Hipotecario Español (BHE).
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