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Reportaje:

Mosquitos de andar por casa

La enfermedad conocida como leishmaniasis afectó el año pasado a 120 personas en España

R. B., una mujer de mediana edad que vive en Aravaca -un barrio residencial de Madrid- se levantó una mañana de octubre con tres picaduras de mosquito en el rostro. Ni se le pasó por la cabeza que un insecto tan insignificante le causase más problema que un simple picor. Pero tres meses después las ronchas seguían adornando su frente y decidió consultar a un dermatólogo que le quitó importancia a los granos y le recetó una pomada.Ni ella ni el médico sabían que el "bicho" que succionó su sangre era un flebótomo portador de un parásito, la leishmanía. Por eso, ella tardó seis meses en enterarse de que sufría la enfermedad asociada a ese protozoo: la leishmaniasis.

La dolencia es relativamente frecuente en perros, por lo que a veces se ha pensado erróneamente que las mascotas la transmitían. Sin embargo, R. B. jamás ha tenido un can en su casa. únicamente un mosquito de una especie determinada (el flebótomo) que esté infectado puede contagiar el parásito al hombre y al perro si es que les clava la trompa para chupar su sangre.

La probabilidades de: contraer la enfermedad son bastante remotas: según los datos del Ministerio de Sanidad sólo 120 personas sufrieron la dolencia en 1992, uno de cada 330.0001 habitantes. En el insecto la leishmania tiene flagelo y toma el nombre de promastigote.

Zonas endémicas

Cuando el mosquito portador pica al perro o al hombre le transmite el parásito, que se transforma en amastigote (forma sin flagelo). Otro mosquito pica al chucho infectado, se contagia del protozoo, que vuelve a comenzar su ciclo. Tanto en el vertebrado como en el insecto el parásito se multiplica por división binaria.Aunque cada cierto tiempo aparecen noticias sobre epidemias de leishmaniasis todos los expertos consultados niegan su posibilidad. "Es una enfermedad. que se mantendrá con oscilaciones", dice el director de Prevención y Promoción de la Salud de la Comunidad de Madrid, Ricardo García Herrera. "Pero en ningún caso se puede hablar de epidemia", concluye.

En España hay dos zonas bien delimitadas donde el mosquito flebótomo (especie que transmite la leishimaniosis) es endémico: Andalucía, Valencia, Baleares, Cataluña y los alrededores de Madrid concentran el 80% de los casos en humanos. "Ahora se diagnostica más, pero las cifras relativas se mantienen constantes", dice el catedrático de Parasitología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, José María Alunda.

"En Madrid hubo un crecimiento de la. población en las zonas suburbanas, donde ya vivía el flebótomo", explica Alunda. "Aumentó por tanto el número de perros y en consecuencia la incidencia de la enfermedad en ellos, pero no es cierto que se esté extendiendo", concluye.

En Madrid se lleva a cabo un programa para la prevención de esta dolencia que realizó el año pasado 1. 158 análisis a perros que viven en zonas rurales. Los resultados no permiten hablar de una alta incidencia. Sólo 65 estaban afectados (el 5,61%) y otros 48 dieron una analítica dudosa (otro 4,14%). Los veterinarios recomiendan someter a los canes que vivan en las zonas endémicas a un análisis anual.

García Herrera advierte, contra el alarmismo, que los perros urbanos no suelen contraer la leishmaniasis. "Recomendamos luchar contra el mosquito en las zonas de campo utilizando insecticidas", añade el director, "colocar telas mosquiteras y evitar la acumulación de basuras".

Acudir al veterinario

Además se debe llevar al perro al veterinario al primer síntoma: adelgazamiento, caída de pelo -sobre todo en la cara-, crecimiento anómalo de las uñas, sangre en la trufa (fosas nasales) e inflamación de los ganglios linfáticos junto a las articulaciones de las patas traseras. Si se detecta la enfermedad hay que comunicarlo al servicio de salud de la comunidad autónoma.A diferencia del tratamiento en humanos -completamente satisfactorio- en los perros no siempre es efectivo, según el doctor Alunda. Él se inclina por el sacrificio de los perros. "Desde el punto de vista de salud pública habría que matar al animal". La decisión siempre está en manos del veterinario y del dueño: si la evolución es buena y el chucho responde a la medicación es posible mantenerlo con vida en buenas condiciones.

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