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El duro ajuste que viene

España ha entrado en el poco afortunado club de países europeos en recesión. Salir de la crisis sin desmantelar el Estado del bienestar es el gran reto

Realizar un severo ajuste económico sin hundir más la economía es la gran papeleta que el nuevo Gobierno tendrá que resolver. Algunos datos apuntan a que lo peor de la recesión ya ha pasado pero queda todavía lo más difícil: reducir el déficit público sin posibilidad de aumentar los impuestos, moderar los salarios y flexibilizar el mercado de trabajo con el acuerdo de los sindicatos y desregular el sector servicios. Todo indica, además, que el Banco de España no bajará los tipos de interés de forma significativa mientras no se sienten las bases de este ajuste.Los últimos días han sido reveladores sobre la gravedad de la crisis económica. La economía española ha caído un 1,1 % en el primer trimestre del año y el déficit público ha rozado ya la cantidad prevista para todo el ejercicio (1,42 billones). Además, en los próximos días se publicará el paro registrado correspondiente a junio y no se espera un buen dato.

Esta histórica caída de la actividad económica en el primer trimestre sitúa a España junto con Francia y Alemania, en el poco afortunado club de países en recesión. Alemania ha tomado la delantera con un severo programa de ajuste económico -un plan de ahorro de 1,5 billones de pesetas- que ha abierto paso a la rebaja del precio del dinero decidida esta semana por el Bundesbank. Francia ha anunciado recortes del gasto superiores a 700.000 millones de pesetas. Pero en ambos casos se ha puesto en cuestión el estado del bienestar.

El secretario de Estado de Economía, Pedro Pérez, muestra un cierto optimismo al afirmar que "en el segundo trimestre la economía española tocará fondo, en el tercero habrá una recuperación de unas décimas y en la última parte del año el crecimiento será positivo en torno a un punto". La media, del año será, no obstante "negativa en dos o tres décimas, aunque lo importante es que se produzca ese cambio de tendencia" afirma. El empleo, admite, tardará más en recuperarse.

Los empresarios, por el contrario, se muestran especialmente pesimistas acerca de la evolución a corto plazo de la economía española. Y eso que la devaluación de la peseta ha despertado buenas expectativas en algunos sectores. Es el caso del turismo, en el que se espera que aumente el número de visitantes extranjeros un 4%, a pesar de la sorpresa de mayo en el que las entradas cayeron un 0,9%.

También los sectores exportadores han recibido la devaluación como un balón de oxígeno, pero la profundidad de la recesión en el conjunto de la economía mundial les impide aprovechar a fondo esa ventaja competitiva. Eso le pasa al textil. Mientras la balanza comercial ha mejorado un 35% hasta abril, el mercado interior español ha caído un 20% en ese mismo periodo a causa del parón del consumo. El automóvil, que también podría aprovechar las ventajas de la devaluación, está pagando también las consecuencias de la recesión europea. En los cinco primeros meses las ventas en España han caído un 20,5%.

Los empresarios, en general, consideran que la devaluación de la peseta y la gradual bajada de tipos pueden ser medidas insuficientes si nos se lleva a cabo un fuerte ajuste y reclaman un gobierno fuerte, precisamente para que pueda abordar ese ajuste.

La situación es bien distinta a la que había cuando el Gobierno envió a las Cortes el presupuesto para este año, con una estimación del crecimiento de un punto. El optimismo en las previsiones de recaudación y en los objetivos de gasto se ha venido abajo cuando sólo han transcurrido cinco meses del ejercicio.

Algunos piensan que no se puede demorar el saneamiento de las cuentas públicas y no descartan que la primera medida del nuevo Gobierno sea aplicar un recorte en el gasto público, como ya se hizo en dos ocasiones anteriores. Fuentes del Ministerio de Economía y Hacienda señalan que, de no tomar medidas drásticas y urgentes, el déficit público puede irse un punto por encima de lo previsto (2,3% del PIB) en el mejor de los casos.

En la recaudación hay mucho menos tela que cortar, ya que el aumento del paro, la caída de los beneficios de las empresas (un 15% según las estimaciones de Hacienda) y el descenso del consumo, provocarán un leve aumento en el impuesto sobre la

El duro ajuste que viene

renta (en torno al 5% sobre el 9,1% previsto), un descenso histórico en sociedades (caída del 20%, frente a, un aumento previsto del 4,2%) y en el IVA (bajada del 2% en lugar del 10,7% de incremento estimado), según afirma Hacienda.En el lado del gasto, el aumento del 3,7% previsto en el Presupuesto es tres veces inferior al ritmo alcanzado hasta el mes de mayo (12%) y ello a pesar de que la inversión pública ha descendido un 14,6%. El problema sigue siendo los gastos corrientes que están creciendo a un ritmo del 15,4% cuando lo previsto en el Presupuesto es el 3,5%. El gasto en sanidad y en desempleo se desvía como en años anteriores sin que las medidas adoptadas hayan servido de gran cosa, dicen en Economía y Hacienda.

La gravedad de la situación no admite medias tintas, según las opiniones recogidas entre diferentes sectores, incluido el oficial. Hasta el punto que vuelve a hablarse de la congelación de los sueldos de los funcionarios, y además de mantener el volumen del gasto social en los niveles que se alcancen este año. Eso significa que si hay más parados, al repartirse la misma cantidad tocarán a menos.

La inversión pública es la única partida en la que se admite cierta holgura pues existe el compromiso de mantenerla en el 5% del PIB. Se trata, además, de la única contribución que el sector público se permite aportar a la reactivación económica. En conjunto, el escenario con el que se trabaja es que el gasto público crezca en el mismo porcentaje que el PIB

Otras medidas

Otras medidas como la moderación salarial o la desregulación del mercado de trabajo están pendientes del pacto social.

Por su parte los empresarios reclaman recetas clásicas y bien conocidas: mantener la política de abaratamiento del precio del dinero, mejorar la fiscalidad de las empresas y flexibilizar el mercado laboral. Para esto último habría que conseguir el acuerdo social; disminuir la fiscalidad no parece fácil dados los datos de recaudación y todo indica que el Banco de España no bajará de forma significativa el precio del dinero, a su vez, en tanto no se adopten las medidas de contención del gasto público, más la reforma del mercado laboral y la desregulación del sector servicios. ¿Quién tira del ovillo?.

LA CRISIS EN LAS EMPRESAS

Automóvil. El sector del automóvil es uno de los principales termómetros de las crisis. Las perspectivas que dibuja Miguel Ángel Aguilhoac, director de la patronal Anfac, son muy negativas: "Las expectativas son malas para el segundo trimestre. Falta confianza y la política económica está agotada. Creo que la inversión va a seguir cayendo".Quimia. José Capmany, director general de la patronal química Feique -un sector con 20.000 empresas y 230.000 trabajadores- afirma que "nadie se atreve a invertir porque se está vendiendo casi sin margen por la competencia". "Si quieres vender, tienes que bajar los precios y el margen desaparece", añade.

Energía. Pere Duran Farell, presidente de Gas Natural, primera distribuidora de gas en España, también cree que falta confianza. "Hace falta un ministro de Economía con prestigio y un Gobierno de calidad", dice. "Es la hora del consenso, aunque no necesariamente a través de un Gobierno de coalición" añade.

Textil. El presidente de la patronal textil española, Jaume Valls, también cree que "hay un problema de falta de confianza en la situación", que afecta más directamente a su sector que a otros: "La banca no nos ayuda porque no tiene en cuenta el ciclo del textil" En su opinión es indispensable un "cambio cultural de los sindicatos porque no se dan cuenta de dónde estamos".

Cementos. Joan Molins, consejero delegado de Cementos Molins, afirma: "La situación es grave. Hay que esperar a conocer cuál es la política económica que se va a hacer. El nuevo programa económico debe contemplar un ajuste de gastos en el presupuesto del Estado y hay que restablecer el diálogo social".

Distribución. El secretario general de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged), José Antonio García de Castro, destaca que una prueba de la profundidad de la crisis la da el hecho de que ya alcanza a este sector, que habitualmente es uno de los últimos en verse afectado. García afirma que casi ninguna empresa está cumpliendo los presupuestos de ventas establecidos de antemano y no se apunta una mejora del negocio en el segundo semestre. Con todo, cree que "hay una excesiva psicosis que, a la larga, va creando una sensación exagerada de crisis".

Electrónica. El presidente de la Asociación Española de Industrias Electrónicas (Aniel), Jesús Banegas, afirma

LA CRISIS EN LAS EMPRESAS

que la "crisis realmente es grave porque ya se ha instalado en un sector emergente como el electrónico". "Nosotros hemos crecido durante los últimos 25 años a un ritmo anual del 20% y en los dos últimos años se ha pasado de una demanda de 1,6 billones de pesetas a 1,2 billones, lo que supone una caída histórica", constata.Para el presidente de Aniel, esta crisis le llega a España cuando se encuentra mejor dotada, más desarrollada y con mejores mecanismos de respuesta. Pero por otro lado, "tenemos menor margen de maniobra". A corto plazo, Banegas no ve ningún síntoma de que se mejore. El segundo semestre de este año lo da por perdido y además considera que la salida real de esta crisis tardará años en llegar.

Construcción. La construcción es uno de los motores tradicionales de la economía española. No en vano representa el 10% del producto interior bruto (PIB). Por el contrario, en época de crisis, es uno de los sectores que más la acusan. El año pasado registró un descenso en la producción del 6%, "una caída que se atenuará este ejercicio, aunque se mantendrá la tendencia negativa", señala Mariano Aísa, presidente de SEOPAN, organización en la que se integran las mayores constructoras españolas. El sector cree que ha tocado fondo y que comenzará a remontar poco a poco.

Turismo. "Julio y agosto serán mejores que el año pasado". Este pronóstico del presidente de la Agrupación Hotelera de las Zonas Turísticas de España (Zontur), José María Rosell, es tal vez el único síntoma claro de que uno de lo sectores estratégicos de la economía española puede levantar cabeza. "Cierto es que mayo y junio han sido ligeramente peores que en 1992, pero ello es debido al descenso del turismo extranjero, especialmente el alemán", reconoce Rosell, que centra sus esperanzas en el incremento del turismo interior y en la devaluación de la peseta.

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