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Bélgica asume la presidencia de la CE y anuncia la imposibilidad de que este año haya ampliación

Lluís Bassets

El Gobierno de coalición. belga, formado por socialistas y socialcristianos, hizo ayer pública una manifestación de fe y de voluntad europeístas en la presentación de la nueva presidencia semestral del Consejo de Ministros de la Comunidad Europea (CE). El primer ministro, Jean-Luc Dehaene, anunció que las conversaciones de ampliación no terminarán a final de año, como querían los partidarios de una adhesión rápida de Austria, Finlandia, Suecia y Noruega. Y el ministro de Exteriores, Willy Claes, no escondió "una cierta ruptura de la relación transtlántica en el voto del Consejo de Seguridad sobre el embargo de armas en Bosnia", en el que los países europeos y Estados Unidos votaron, por primera vez, en sentidos opuestos.

La presidencia belga de la CE adopta así perfiles diametralmente distintos a las dos anteriores, a cargo de Dinamarca y el Reino Unido. Después de un año de presidencias euroescépticas, primero a cargo de Londres y luego de Copenhague, ocupadas ambas por la cansina y trabajosa ratificación de Maastricht, ha llegado la hora de un país entregado al ideal europeo y confiado en el papel de la Comisión Europea y de su presidente, Jacques Delors. Las palabras del primer ministro belga son bien claras: "El motor de la CE es la Comisión"; "queremos servir a la Comunidad" y "no hay ninguna divergencia entre la presidencia y la Comisión sobre los papeles de cada uno". También por parte de Jacques Delors: "La Comisión acepta con entusiasmo los objetivos y el método de la presidencia belga".Dehaerte anunció una cumbre extraordinaria, probablemente para Finales de octubre, "para solemnizar la entrada en vigor del tratado". La aplicación de Maastricht constituye una de las prioridades anunciadas por el Gobierno belga, que desea dar pasos decisivos hacia la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria., quiere avanzar en la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y en la política judicial y de seguridad, y se propone completar el Mercado Único, principalmente respecto a la libertad de circulación de personas.

Cinco años de espera

No hay tanto entusiasmo, en cambió, en la ampliación de la CE: "Queremos que las negociaciones de adhesión progresen de verdad. Pero no creemos que puedan terminar en nuestra presidencia". Dehaene blandió un argumento que suscita todo tipo de temores entre los más fervientes partidarios de una Europa más abierta y menos cohesionada al recordar que Ias negociaciones con España y Portugal duraron más de cinco años".

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El conflicto de la antigua Yugoeslavia fue objeto, además, de una apasionada intervención ante los periodistas del ministro de Exteriores y presidente del Partido Socialista Europeo, Willy Claes, quien aseguró que "la CE carga sobre sus espaldas con el principal esfuerzo".

Claes aseguró que los países de la CE han tenido allí 50 bajas mortales y 200 heridos graves, y calificó de "injustas" las acusaciones contra Europa. "Es la comunidad internacional entera la responsable de lo que sucede en Bosnia", aseguró.

Claes valoró con tintas muy negras la actual situación, en la que están aumentando las dificultades para proseguir la ayuda humanitaria, y pidió que los países que se lamentan del olvido en que se encuentran los musulmanes bosnios sean ellos mismos quienes envíen dinero y hombres. "Centraremos nuestros esfuerzos en intentar aplicar la resolución 836 [sobre zonas de seguridad] de las Naciones Unidas, y en mantener la ayuda humanitaria", añadió.

Entre las tareas inmediatas de la presidencia belga se halla la participación en la cumbre de los siete países más industrializados (G-7) en Tokio la semana próxima, a la que irá Jean-Luc Dehaene, un político desconocido en la escena internacional.

Pero las características del Gobierno y de las instituciones belgas restan protagonismo a un primer ministro que dedica gran parte de su tiempo a realizar componendas, dentro del fragmentado arco parlamentario belga, entre los partidos de la coalición y entre las dos comunidades lingüísticas.

Como una prueba del pluralismo belga, el primer ministro se expresó ayer, en la primera rueda de prensa de la presidencia, en cuatro lenguas: alternó en su exposicón flamenco y francés, oficiales ambos en Bruselas y cada uno de ellos en sus respectivas comunidades lingüísticas, y utilizó también el inglés y el alemán al responder preguntas en estas dos lenguas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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