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El 'afeitado'se legaliza

Estudios veterinarios revelan que la manipulación fraudulenta de las astas de los toros queda impune con el nuevo reglamento

Las astas consignadas con el número 1 se abrieron por la mitad. El macizo del pitón medía 7 centímetros: 0,5 más para que pudiera considerarse afeitado. A las del número 2 les sobraban 0,4 centímetros; a las del 5, 2,2 centímetros... No había fraude, oficialmente. Pero el celo de los veterinarios llegó más lejos. Dejaron la cinta métrica y tomaron la lupa estereoscópica. El dictamen fue: número 1, astas manipuladas; número 5, evidente manipulación; número 6, astas claramente manipuladas... La conclusión fue demoledora: fraude en más del 80% de las astas examinadas. Las investigaciones revelan la ineficacia de la legislación para erradicar el afeitado.Feria de Los Remedios de 1992, en Colmenar Viejo, que es, por número y categoría de los festejos, la segunda plaza en importancia de la Comunidad madrileña. Carteles de lujo: Ponce, Ortega Cano, Rincón, Jesulín, Esplá, Domínguez... Y ganado en consonancia: Los Guateles, Puerto de San Lorenzo, El Torero, Antonio Pérez, Viento Verde, Conde de la Corte, Los Eulogios. La feria fue seguida por EL PAÍS y en la ficha de las corridas abundaba el término "sospechosos de pitones".

El equipo veterinario designado para la feria pidió, permiso al presidente para examinar las astas de todos los toros, una vez lidiados. Ahora, el Colegio de Veterinarios de Madrid ha publicado su estudio. Se detectó un 84,3% de reses cuyas astas habían sido manipuladas, y que este fraude podría quedar impune incluso en Las Ventas, dados los medios que la legislación prevé para el reconocimiento post mortem de las reses.

Jesús Utrilla, Federico Moreno, Santiago Gómez, Alejo Alcántara y Francisco Ramón Ballesteros -recientemente fallecido fueron los veterinarios que hicieron la investigación. Querían comprobar "el nivel de fraude y la efectividad de los parámetros que prescribe el nuevo reglamento para la detección de las manipulaciones ilegales". Tomaron muestras de astas de 39 reses. Del resto no pudieron hacerlo porque algún ganadero reclamó las cabezas de sus toros para disecarlas, las astas escobilladas no se analizaron, y otra parte se envió para análisis oficial, por sospecha de afeitado.

Denuncia oficial

Curiosamente, de esas astas cuya manipulación era evidente, nunca más se supo. La denuncia de lo ocurrido figura en la Memoria del Colegio de Veterinarios: "En la plaza de Colmenar se produjeron momentos en los que se ignoró el informe profesional veterinario, dándose mayor importancia a las opiniones de empresario y toreros. Tal fue el caso de la corrida del 3 de septiembre, en la que se lidiaban toros de Los Guateles. De cuatro rechazados, dos lo fueron por sospecha de manipulación de astas. De estos, uno se lidió por acogerse el ganadero al artículo 59 del reglamento, y el otro, cuya integridad no quiso firmar, fue aprobado por el presidente ante la perplejidad de los veterinarios de servicio".

Las astas de esos dos toros se enviaron a análisis oficial. Los resultados se desconocen 10 meses después. Los veterinarios las entregaron al delegado de la autoridad y ahí acabó su misión. Sabían lo que iba a ocurrir, como también consta en la Memoria: "El defraudador quedará impune ya que el reglamento no articula la toma de muestras en plazas de tercera, y el ganadero podrá argumentar defectos de forma". Los veterinarios creen que aquellas astas nunca se analizaron, que un policía municipal las llevó a la comisaría de la calle Luna, que allí estuvieron unos días, hasta que empezaron a despedir hedor y las tiraron.

El equipo de veterinarios continuó su estudio. Tenían las astas de 39 reses para dedicarles todo el tiempo libre y los medios que la legislación no ponía a su alcance. Se encontraron con 16 astas q ue tenían un afeitado de libro. El reglamento considera manipulación fraudulenta cuando la distancia entre la parte medular y la punta del pitón es inferior a un séptimo de la longitud total del asta. Las muestras consignadas con el número 13 daban una medición de 3,1 centímetros donde debía haber un mínimo de 5,9; las del número 16 debían dar 6,6 y sólo había 3.

Un miembro del equipo veterinario realizó pruebas "para demostrar la realidad del afeitado y la suma facilidad con la que es posible realizarlo". Partió un pitón longitudinalmente en dos mitades, dejando una íntegra y reduciendo en su longitud la otra. El resultado fue que ambas partes cumplían la relación 1 / 7 que exige el reglamento y pasarían, por tanto, sin problemas, el reconocimiento post mortem.

Pero el estudio no se detuvo donde el Reglamento acaba. El artículo 60 dota a los veterinarios de sierra mecánicá, calibrador y cinta métrica. Con tales medios, todas las astas que cumplieran la relación 1 / 7 se consideraría íntegras. Sin embargo el equipo tuvo en cuenta otros parámetros, tales como la simetría, difuminación y terminación de la línea blanca medular, observación de la estructura come al mediante lupa estereoscópica. Este estudio permitió determinar que el 83,4% de las reses que cumplían con la relación 1 / 7 habían sido manipuladas.

Los veterinarios creen haber demostrado que los criterios del reglamento no bastan para detectar el afeitado. Y advierten que si ellos encontraron un 84,3% de manipulaciones en reses dentro de los márgenes permitidos, igual número podría quedar impune en plazas de primera y segunda categoría. El porcentaje -añaden- ascendería al 96% en las de tercera, "que es donde mayor número de reses se lidian y donde más sencillo es manipular impunemente las defensas de los toros".

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