Sobre mojado

La tarde del 9 de junio vuelvo a casa a las cuatro y media de la tarde, después de mi jornada laboral. Mi mujer y yo nos disponemos a comer -vaya horitas, ¿verdad?-; mi hija, de cuatro años, a merendar. Llueve a cántaros. El agua que está cayendonos llenará los pantanos, y hasta podré regar los tres árboles y seis rosales que tengo en mis extensas propiedades. Lo que no puedo hacer es lavarme las manos -ni las de mi hija- porque...¡chan... chan!, el Canal de Isabel II me ha cortado el suministro. A partir de la constatación de esta realidad objetiva, doy comienzo a un principio de reflexión sobre qué ha podido ocurrir. Pues muy sencillo. En el buzón del correo he encontrado una carta rubricada por el que dice titularse "el empleado de la división de inspección y corte de agua", en la que me comunica que, dado que ha finalizado el plazo para el pago voluntario de la factura o facturas..., pues eso, que ichas!, cortada el agua. Al día siguiente, a las 8.30 -y porque no puede ser antes-, me persono en las oficinas del ente. Primero pagar. Después pedir explicaciones. Motivos del corte, no haber atendido las cartas que me ¿ han enviado? "Pero si no me ha llegado ninguna carta". "Eso es porque usted vive en una calle desconocida". "Pues será desconocida, pero bien que la ha encontrado el cortador". "Es que los que cortan el agua tienen el número del contador". "¿...?". Bueno, por hoy ya he tenido bastante Kafka. En cualquier caso, aviso para navegantes -otra vez sale el agüita-: "Hay sequía, cuidado con el Canal de Isabel II". Al terminar ésta, sigue lloviendo, y en el país... sobre mojado.-