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Crítica:CONCIERTO PARA UN MARINERO EN TIERRA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La fraternidad pendiente

Vicente Amigo es un sevillano-cordobés de 26 años, que en apenas una década se ha encaramado a la cima de la guitarra flamenca. Demostró sus méritos en la primera parte del recital que presentaba en Madrid el Concierto flamenco para un Marinero en Tierra, compuesto por Vicente Amigo bajo la inspiración del libro homónimo de Rafael Alberti y orquestado por el músico cubano Leo Brouwer.En esta parte, interpretó seis temas acompañado por dos cantaores (entre los que impresionó el eco camaronero de José Parra), dos percusionistas y un segundo guitarrista. En la soleá, unos ligados recordaron a Diego el del Gastor, a la escuela guitarrística de Morón de la Frontera, y demostraron tradición. El resto, un ejemplo de ese flamenco contemporáneo rico en armonía, que Amigo enriquece con el excepcional sentido rítmico de una mano derecha que prefiere el arpegio al picado, y una izquierda con un particular sentido del vibrato y una manera de tirar de la cuerda propia del blues.

Concierto flamenco para un Marinero en Tierra

Vicente Amigo (guitarra) y la Orquesta de Córdoba, dirigida por Leo Brouwer, con José María Hierro (guitarra), Patricio Cámara (percusión), Tino di Geraldo (percusion), Enrique Soto (cante), José Parra (cante), Joaquín Grilo (baile), Francisco López (narrador). Teatro Monumental. Madrid, 18 de junio.

Barniz de frialdad

El sonido excesivamente metálico y una iluminación impropia, no deslucieron el toque de Amigo, aunque lo barnizó de frialdad. Y llegó el esperado concierto, que comenzó con la voz grabada de Rafael Alberti, ausente en Granada para recoger el premio Andalucía de las Letras.El Adagio inicial, con las maderas y las cuerdas intercalándose con los recitados de los poemas de Alberti y la guitarra, mantuvo unas expectativas que se diluyeron en el concierto. La carencia de una línea melódica específica proporciona a la ambiciosa obra cierta indefinición; las dificultades del acoplamiento entre una orquesta sinfónica y un grupo flamenco, imprecisión en los cierres de las partes más rítmicas, fronterizas con la bulería.

Los intentos del director y excelente compositor Leo Brouwer (La Habana, 1939), de experiencia y prestigio internacional, por dar coherencia interna con su orquestación a las ideas, aparentemente demasiado esquemáticas, de Vicente Amigo, consiguieron sólo en parte sostener la consistencia del proyecto, que fue magníficamente acogido por el público madrileño. Por todo, el Concierto flamenco para un marinero en tierra, pese a su rigor y lenguaje alejado de lo fácilmente convencional, mantiene como asignatura pendiente la fraternidad entre dos culturas musicales.

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