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La izquierda francesa se opone en vano a la ley de inmigración

El debate en la Asamblea Nacional del proyecto de ley de control de la inmigración ha sacado de su torpor a una izquierda francesa traumatizada todavía por su derrota en las legislativas del pasado marzo. Los diputados socialistas y comunistas oponen estos días una viva resistencia a esta iniciativa de Charles Pasqua, ministro gaullista del Interior. Dada la minoritaria situación de la izquierda, esa resistencia es simbólica.La Asamblea aprobará mañana un texto que representa un giro histórico en la tradicional actitud de apertura a la inmigración de Francia. En nombre del grupo socialista, el diputado Jean Glavany presentó en la madrugada de ayer una moción afirmando que, por inconstitucional, el proyecto de ley de Pasqua no es de recibo. Los comunistas emprendieron una iniciativa paralela en la misma dirección. Pero la aplastante mayoría de derecha de la Asamblea ahogó las dos propuestas.

El proyecto de ley, que refuerza la selectividad en materia de entrada y residencia en Francia de los extranjeros que no sean ciudadanos de la CE, completa las adoptadas en las últimas semanas: restricciones al acceso a la nacionalidad francesa y multiplicación de los controles policiales de identidad. "Se trata", dijo el diputado gaullista Alain, Marsaud, "de escoger entre una Francia multirracial o una Francia protegida".

La policía decidirá

El texto otorga a la policía la facultad de decidir si una demanda de asilo político está o no justificada. También le permite rechazar por "razones de orden público" el permiso de residencia a un extranjero que sea esposo o padre de franceses. Los extranjeros que trabajen en Francia legalmente tendrán que esperar dos años para solicitar la entrada de su familia. Para impedir los matrimonios de conveniencia, los alcaldes podrán negarse a casar un extranjero y un francés. Se acelerarán, asimismo, los procedimientos de expulsión de los inmigrantes ilegales y los legales que "amenacen el orden público". Los primeros no tendrán acceso a ningún tipo de asistencia pública médica o social.Los socialistas afirman que el endurecimiento de la política de inmigración es el recurso del Gobierno de Edouard Balladur para satisfacer a un electorado derechista cada vez más perplejo por una política económica que "en sus aspectos más sólidos es la continuación de la de Pierre Bérégovoy y en los demás puede ser calificada de contradictoria". "Lo grave", según Glavany, "es que Pasqua está creando un sistema que no sólo cierra las puertas de Francia, sino que humilla a varios millones de extranjeros que viven en situación regular".

"La política de Pasqua", dijo Stéphane Hesse, miembro del Alto Consejo para la Integración y de la Comisión Consultativa para los Derechos Humanos, "es un giro decisivo y condenable en la historia de las relaciones entre Francia y la inmigración".

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