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Condenado a 4 años por practicar un aborto y que terminó en tragedia

Rosa María Fernández, de unos 35 años, tenía ya tres hijos (de 4, 7 y 11 años) cuando, sin proponérselo, se quedó nuevamente embarazada. Había sufrido mucho en los partos precedentes y optó por abortar. Corría septiembre de 1986. "La impericia del médico", según el fiscal, convirtió su decisión en una tragedia: murió prácticamente desangrada. El médico, Abdel Salam, ha sido condenado ahora por la Audiencia a cuatro años y dos meses de cárcel.

El juicio se celebró el pasado lunes en la Audiencia de Madrid. No se desarrolló en su totalidad porque el principal procesado, Abdel Salam, se conformó con los cuatro años, dos meses y un día que finalmente le pidió el fiscal por un delito de imprudencia temeraria profesional con resultado de muerte.En un principio, el acusador tipificó los hechos como un delito de aborto [ilegal] con resultado de muerte. Así, al médico le pedía 117 años de cárcel; al marido de la víctima, José Lucas, como cómplice, siete años, y a Leopoldo García, auxiliar administrativo de la clínica Coslada, siete años y siete meses por intrusismo profesional y complicidad.

El fiscal decidió retirar el delito de aborto y aplicó la doctrina que exonera de la comisión del mismo cuando concurre el supuesto de "grave problema psíquico para la madre". Por tanto, exculpó al marido de la fallecida, José Lucas, quien pisó durante 10 días la cárcel tras el hecho. También ha estado privado de la patria potestad de sus hijos durante siete años. El fiscal mantuvo todo lo concerniente a la imprudencia médica. "Practicó el aborto con impericia, sin disponer. de los medios necesarios y faltando a las más elementales normas médicas...", comentó el fiscal a EL PAÍS.

En septiembre de 1986 comenzó el calvario de Rosa María. Cuando supo que estaba encinta, acudió a la clínica Coslada. Salam le practicó, sin éxito, un aborto por el método de la aspiración, según Luis María Figueroa, abogado de José Lucas, marido de la fallecida. Cobró 70.000 pesetas. Lucas se hizo la vasectomía al saber que su esposa estaba otra vez embarazada.

A finales de noviembre, Rosa María, creyendo que ya no estaba en estado, acudió nuevamente al médico porque no le bajaba la regla. Salam le recetó Foliletuina, un fármaco para precipitarle la menstruación. Como no le bajaba, volvió a la clínica y Salam volvió a prescribirle el mismo fármaco. El 8 de diciembre, tras un nuevo reconocimiento, supo Salam que el feto seguía en el útero. Rosa María fue ingresada sobre las once de la noche y Salam ("sin que Lucas supiera el motivo", explica Figueroa) practicó el definitivo y nefasto aborto: sufrió desgarros y perforaciones con fuertes hemorragias intemas; el feto quedó decapitado. La versión del médico señala que la paciente llegó sangrando a su clínica.

"Tengo mucho frío, tengo mucho frío", recuerda José Lucas que tras la intervención le repetía su esposa. "Yo se lo comentaba al médico, pero él me decía: 'tranquilo, que no pasa nada y todo va bien".

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Sobre las cinco de la madrugada (cinco horas después), Rosa María se quedó inconsciente en los brazos de su esposo al tiempo que exhaló un fuerte grito. Fue entonces cuando el médico decidió enviarla en ambulancia a la clínica Nuestra Señora de la Paloma.

"Carnicería"

El fiscal cree que tardó tanto tiempo en decidir su traslado a la citada clínica porque se dio cuenta del mal ocasionado y "trató de arreglarlo, pero no lo consiguió". La pesadilla de José Lucas no terminó ahí: "En La Paloma no había suficiente sangre, y, sin decirme a mí nada, la llevaron corriendo a la clínica Virgen de Loreto". "Los médicos que la atendieron me dijeron después que en Coslada habían hecho una carnicería con ella", confiesa Lucas.

Abdel Salam ha cumplido ya dos años de prisión. Su abogado hacía cuentas el pasado lunes en la Audiencia para ver si se le podía aplicar la condicional y evitar un nuevo ingreso en la cárcel. Fuentes jurídicas creen que "lo más probable es que tenga que volver a prisión".

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