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VISITA DEL PAPA

El Papa dice que la Iglesia está fuera de la política

Juan Pablo II inicia su visita a Madrid alabando los progresos de España "en el marco democrático2

ALEX RODRÍGUEZ La Iglesia no debe confundirse "en modo aIguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno". Lo dejó escrito ayer Juan Pablo II a los obispos españoles, reunidos en asamblea extraordinaria con el Pontífice en la sede de la Conferencia Episcopal Española. El obispo de Roma, que no leyó su discurso, conocido ya por sus hermanos de fe, alabó "los apreciables progresos" realizados por España "dentro del marco democrático" y de la Comunidad Europea, algo que, a su juicio, puede contribuir a "revitalizar" las raíces cristianas del Viejo Continente. Karol Wojtyla, que exhortó nuevamente a los laicos a dar testimonio de su fe en la vida pública, inició ayer la etapa madrileña de su cuarto viaje a España con una visita a la familia real en el palacio de la Zarzuela.

El Papa llegó a Barajas procedente de Sevilla a las 9.54 horas y fue recibido por el cardenal arzobispo de Madrid, Ángel Suquía, el presidente de la Comunidad, el socialista Joaquín Leguina, y el alcalde José María Alvarez del Manzano, del Partido Popular. En el aeropuerto se dieron cita unas 1.000 personas que recuperaron la coplas sevillanas can tando Qué maravilla, el papa está en la Villa. Tras la recepción, el Papa se dirigió al Palacio de la Zarzuela para encontrarse con la familia real antes de desplazarse a la sede de la Conferencia Episcopal, situada en la madrileña calle de Añastro, que inauguró en 1982, en su primer viaje a España. Varios miles de jóvenes saludaron la llegada de Juan Pablo II a la sede de la Conferencia, adonde llegó acompañado del cardenal Suquía. El Papa, tras romper el protoloco para acercarse a los jóvenes que coreaban el tradicional Juan Pablo, Segundo, te quiere todo el mundo, entró en el recinto en compañía de la nueva cúpula de la Conferencia, que preside el arzobispo de Zaragoza, Elías Yanes. Saludó, uno por uno, a los noventa cardenales y prelados, tanto residentes como eméritos, alineados con sus trajes de gala -solideo, fajín y sotana con botonadura forrada de tela roja en el caso de los cardenales, y morada en el de los obispos- ante la puerta principal. Abría la fila el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, presidente de la Conferencia durante la transición política.

El camino recorrido desde entonces por España fue loado por el Papa en el discurso entregado a los obispos, pero que no llegó a leer. Prefirió departir unos minutos con ellos en sesión reservada y que el texto se diera por leído. España ha hecho "apreciables" progresos con la democracia y como miembro de la Comunidad Europea, capital que, a juicio del Papa, debe utilizar para contribuir a "la revitalización de las raíces cristianas del Viejo Continente".

La Iglesia es el único partido político válido y el nuevo Catecismo Universal, considerado preconciliar por muchos expertos, su programa: "Tenemos un precioso instrumento de evangelización", señaló el Papa en alusión al nuevo compendio de la fe católica. Lo dejó claro Karol Wojtyla, zanjando la duda que se instala en la sociedad española ante una cita electoral. La duda, especialmente alimentada ante los comicios celebrados el pasado día 6 de junio, fue despejada por el nuevo equipo dirigente de la Conferencia, llamando al voto de los católicos pero sin apoyar a ningún partido.

Escándalos italianos

Wojtyla, quizá pensando en los escándalos que sacuden a la Democracia Cristiana de Italia, partido que ha recibido siempre el apoyo explícito de su episcopado, echó mano de una cita textual de la constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II:"La Iglesia... por razón de su misión y de su competencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno. Sin embargo, esto no significa que no tenga nada que decir a la comunidad política, para iluminarla desde los valores y criterios del Evangelio".

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El Papa invitó a sus hermanos a "no tener miedo" de los poderes mundanos y a pregonar con valentía " la verdadera doctrina" para intentar detener el "creciente proceso de secularización, que halla puntual eco en algunos medios de comunicación social". Juan Pablo II criticó a estos medios porque, a su juicio, favorecen "la difusión de una indiferencia religiosa". Wojtyla aludió otra vez a la "grave crisis de valores" que afecta a "la familia, la juventud y que tiene repercursiones en la gestión de la cosa pública", con los casos de corrupción.

La Iglesia debe hacer frente a esta situación desde la unidad y la comunión de los prelados con el magisterio pontificio. Si hay fisuras doctrinales esta integridad doctrinal padece quebranto y la Iglesia se debilita, señaló. Yanes, en su discurso de salutación, subrayó la comunión del episcopado español con el obispo de Roma, pero reivindicó autonomía con una cita al Vaticano II: "La potestad de los obispos no queda suprimida por el poder su premo y universal del romano pontírice".

Cruce de regalos en la Zarzuela

El Papa comenzó su segunda visita a Madrid -la primera fue en 1982- visitando el palacio de la Zarzuela para saludar a los Reyes, a sus hijos, y a otros miembros de la familia. La entrevista, que se prolongó durante más de cuarenta minutos en la sala de audiencias del palacio, situada junto al despacho de Juan Carlos I, congregó, además de al príncipe Felipe y a las infantas Cristina y Elena, a la madre del Rey, María de las Mercedes; a la infanta Pilar, que acudió con cuatro de sus cinco hijos, entre los que figuraba Simoneta Gómez Acebo y su pequeño hijo Luis, y la infanta Margarita, a la que acompañaba su marido, el doctor Carlos Zurita, ambos duques de Soria.El Pontífice, que estuvo acompañado únicamente por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano, presidió el círculo de sillas montado para la reunión, que se celebró en un marco estrictamente privado. En otra sala adjunta estuvieron altos cargos de la Zarzuela con el séquito papal. La silla pontificia era de color blanco, y las restantes, azules.

El rey Juan Carlos regaló al Papa una tabla, de más de medio metro de altura, de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid, y una reproducción de las Cantigas de Alfonso X El Sabio. Por su parte, el Pontífice correspondió entregando a la familia real una reproducción del mosaico de la Virgen de la Salud del Pueblo, que se conserva en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, de la que el Rey de España es canónigo honorario, privilegio que arranca del reinado de Felipe IV. Tras concluir la ceremonia, el Papa saludó, a instancias de la reina Sofía, a un nutrido grupo de trabajadores de la Zarzuela congregado fuera del palacio.

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