Gergen
Pobre Clinton. A los cuatro meses de haber llegado a la Casa Blanca su índice de popularidad está por los suelos. Y para intentar levantar un tanto la cabeza y quitarse de encima esa fama de rojo que le han colgado no ha dudado en sustituir a su representante de comunicaciones, George Stephanopoulos, por el veterano periodista David Gergen, curtido en las Administraciones de esos dos grandes liberales que fueron Richard Nixon y Ronald Reagan.Debo confesar que la gente como el señor Gergen me fascina. Que alguien pueda pasar de vender reaganomics a vender clintonomics y se quede tan ancho refuerza mi ingenuidad política. Tengo la impresión de que si algún día llega al poder el reverendo Jesse Jackson, el amigo Gergen es muy capaz de pintarse la cara de negro a lo Al Jolson y declararse afroamericano de toda la vida. Hablando de ingenuos, ¿qué opinará de esto el director de Rolling Stone, Jann S. Wenner, responsable de una campana de apoyo a Clinton inaudita en una revista como la suya? ¿Qué pensarán todos los que confiaban en ese político teóricamente renovador que no da una a derechas?
El fichaje de Gergen me recuerda aquella secuencia de Ciudadano Kane en la que Orson Welles, tras robarle a un diario de la competencia los columnistas que necesitaba para su Enquirer, se pregunta cómo puede confiar en alguien que, hasta hace dos días, estaba defendiendo ideas completamente opuestas a las suyas. Creo recordar que Joseph Cotten solucionaba la cuestión argumentando que todo era cuestión de dinero.
Supongo que Clinton necesita a gente como David Gergen, el hombre que hoy vende una cosa y mañana otra; la verdad es que este hombre, menos clases de saxófono, necesita de todo.
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