Clinton, dispuesto a dar marcha atrás en el aumento de los impuestos y el gasto

Obsesionado por el peligro que supondría la derrota de su plan económico en el Senado, el presidente norteamericano, Bill Clinton, se mostró ayer dispuestos a llegar a un compromiso con sus principales rivales, los demócratas conservadores, para reducir el aumento de los impuestos sobre la energía y aumentar los recortes del gasto público.

Intensas negociaciones entre la Casa Blanca y los congresistas se sucedieron durante la tarde del lunes y la mañana de ayer con vistas a una votación que se espera en los próximos días y en la que Clinton se juega media presidencia. En el peor momento de su gestión y después de una cadena de desaciertos que han menguado drásticamente su popularidad, Clinton parece dispuesto a ceder a las presiones de la derecha de su propio partido antes que hacer frente a una derrota que tendría graves consecuencias, no sólo para el presidente, sino para las posiblidades de recuperación de la economía norteamericana.El líder de la mayoría demócrata en el Senado, George Mitchell, ha asegurado que el plan que votará la Cámara Alta incluirá las líneas fundamentales propuestas por Clinton, aunque aceptará el principio de más reducción del gasto público y menos impuestos. El senador David Boren, que encabeza el grupo de legisladores demócratas que se oponen a las ideas del presidente, advirtió que, para que consiga la luz verde del Senado, el plan de Clinton tiene que incluir reducciones del gasto superiores a los aumentos de impuestos previstos.

Esto exige una revisión considerable del plan para reducir el déficit público en 500.000 millones de dólares (más de 60 billones de pesetas) en cinco años, que fue aprobado a finales del mes pasado en la Cámara de Representantes por el estrecho margen de 219 votos contra 213. El presidente Clinton ha admitido que está dispuesto a ser flexible en la negociación con los senadores, pero advirtió que luchará "para proteger a los sectores más vulnerables de la población y para defender la inversión en puestos de trabajo".

Bill Clinton dijo también que, aunque se revisen a la baja los impuestos sobre la energía -los más polémicos-, será necesario mantener unas tasas que contribuyan a la reducción de productos contaminantes y, por tanto, al cuidado del medio ambiente.

El debate en el Senado se ha visto seriamente influido por la elección como senadora, el domingo pasado en Texas, de una republicana que había basado su campaña en la crítica de la política de impuestos de la Administración de Clinton. Kay Bailey Hutchison obtuvo una gran ventaja sobre el candidato demócrata respaldado por la Casa Blanca.

Ese resultado, además de un revés del presidente, supone una seria llamada de atención para otros senadores que tendrán que hacer frente en los próximos meses a elecciones en sus Estados. Pocos legisladores se atreverán a afrontar una campaña después de haber dado su voto afirmativo en el Senado a un plan para aumentar las tasas.

El presidente Clinton ha encargado a su secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen, que atienda a las sugerencias de cada uno de los senadores antes de elaborar la redacción definitiva del plan económico. Pero casi todos los observadores coinciden en que si el plan fuese votado hoy Clinton sería derrotado.