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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Evolución militar

LA EVOLUCIÓN habida en las Fuerzas Armadas españolas durante los tres últimos lustros tiene una plasmación fácilmente perceptible en la forma de celebrar su jornada conmemorativa. Quedan lejos los tiempos en que el mensaje enviado a la sociedad en dicha fecha era, antes que nada, una exaltación de lo militar como un sistema de valores superior e inclusopacifismo contrapuesto al vigente en la sociedad civil. Por el contrario, en los años transcurridos desde la instauración del sistema democrático ha sido evidente el es fuerzo realizado para que lo militar se integre en el entramado de los valores cívicos y culturales común mente aceptados extramuros de los cuarteles.Desde hace seis años, en que se inauguró el actual esquema de celebración del Día de las Fuerzas Armadas, este esfuerzo ha tenido un inequívoco respaldo oficial: la efeméride ha sido concebida como una jornada de puertas abiertas y de comunicación entre el Ejército y el pueblo, en la que las exposiciones, con ciertos, competiciones deportivas y actos de confraternización entre militares y ciudadanos han prevale cido sobre los estrictamente castrenses. Pero este año, las circunstancias han hecho que el Día de las Fuerzas Armadas haya contado con un componente especial mente revelador de su evolución a lo largo de estos años: la participación en la parada militar conmemorativa de un grupo de cascos azules españoles -la Agrupación Málaga- que han participado en la misión de paz llevada a cabo en la antigua Yugoslavia bajo el mandato de la ONU. Este hecho muestra el largo camino recorrido por las Fuerzas Armadas españolas desde un aislacionismo ancestral a la colaboración y responsabilidad ante los problemas de la paz y de la seguridad entre las naciones, de acuerdo con los compromisos internacionales asumidos por España.

La adaptación de las Fuerzas Armadas españolas al modelo de Estado configurado por la Constitución de 1978 ha sido una de las tareas políticamente más delicadas de los últimos años, a la vez que más necesarias, para consolidar el orden constitucional y hacer definitivamente de la tentación golpista una reliquia del pasado. Y es cierto, como generalmente ha sido reconocido, que esta tarea ha culminado con éxito. La integración de la estructura militar en el esquema constitucional ha sido el objetivo de toda una serie de normas promulgadas en la última década, plenamente vigentes en la actualidad: desde unas ordenanzas militares remozadas a las nuevas leyes de la función y del servicio militar.

El proceso evolutivo de las Fuerzas Armadas se ve ratificado, pues, por la propia imagen que proyectan en la sociedad civil: si durante un tiempo se discutió largo y tendido sobre la necesidad de su profesionalizacíón, en la actualidad esa disputa parece superada por la fuerza de los hechos. Una vez más, la práctica, el enraizamiento de las Fuerzas Armadas con la sociedad de su tiempo ha relegado una discusión basada en esquemas ideológicos que parecen felizmente superados. Identificar, como se hacía, un Ejército profesional con un incremento del riesgo de involución resulta obsoleto en un tiempo en el que los compromisos militares internacionales, su cada vez mayor participación en un concepto defensivo continental, exigen imperativamente esa profesionalización técnica. Por otra, parte, unas Fuerzas Armadas de reclutamiento obligatorio encuentran cada vez menos eco en una juventud preocupada por su propia formación y su incertidumbre laboral. Ello explicaría el enorme auge de los insumisos, al margen de la posible extensión del pacifismo.

En todo caso, los problemas actuales de las Fuerzas Armadas no son tanto de mentalidad y de integración en la sociedad como de adaptación de su estructura y de su despliegue territorial a las exigencias de la defensa nacional y de las misiones internacionales de pacificación y de ayuda humanitaria. Es indudable que esta adaptación discurrirá por una paulatina reducción de los efectivos de las Fuerzas Armadas -en franca disminución desde hace algunos años-, pero también lo es que, una vez establecida su dimensión de acuerdo con las necesidades defensivas y los compromisos internacionales de España, aquéllas cuenten con todos los medios y las dotaciones que son necesarios para llevar a cabo su misión.

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