La Corte Constitucional de Guatemala desafía al presidente y anula los decretos del "autogolpe"
Los intentos por maquillar su autogolpe, con las tropas acuarteladas pero no en la calle, y por trasladar una imagen manipulada de que cuenta con el apoyo popular no impidieron que sobre el presidente guatemalteco, Jorge Serrano, lloviera ayer una fuerte crítica de repulsa internacional, que lo dejó solo en su decisión casi suicida. Los militares son el único apoyo de Serrano. La Corte Constitucional de Guatemala le desafió y declaró nulos los decretos por los que disolvió el poder legislativo y el judicial y se atribuyó poderes extraordinarios.
El alto tribunal citó en su resolución varios artículos de la Constitución para descalificar las medidas adoptadas el martes por Serrano, que declaró "carentes de toda validez y sin efecto". La resolución de la Corte Constitucional se adoptó por unanimidad de sus miembros, incluido el presidente del organismo, Epaminondas González Dubón.En otro alarde de fuerza, el evangelista Serrano secuestró ayer las ediciones de todos los periódicos y suspendió las emisiones de los Canales 11 y 13 de televisión, los únicos que después del golpe: se atrevieron a dar una información discrepante.
Serrano se levantó ayer eufórico porque, por primera vez desde que accedió al poder, no tuvo que soportar la agria crítica de la prensa nacional, que si en algo coincide es precisamente en estar en contra permanentemente de este presidente soberbio y de grandes contrastes, que suele gobernar como un iluminado de su confesión evangélica, pero que, sin embargo, es dócil y servil con los militares, que son los que siempre han mandado en este país centroamericano.
Sin embargo, no todo fueron satisfacciones. A la oposición enérgica del autogolpe por parte de países como Estados Unidos y España, que instaron a Serrano a devolver la democracia a Guatemala, se unieron ayer otros cinco países latinoamericanos. Hasta Alberto Fujimori, desde Perú, se desvinculó de la nueva situación guatemalteca, tan semejante a su golpe de hace un año, diciendo que él no era exportador de golpes.
Las primeras 48 horas posteriores al autogolpe de Guatemala se vivieron con confusión y perplejidad. No hubo reacción en la calle, que presentaba, al menos en su primer día, una imagen diferente, sin esa carga de violencia que habitualmente la caracteriza. Esto tenía una explicación: la gente, con miedo, optó por retirarse pronto a casa desconfiada de que en un país que habitualmente se coloca al Ejército en la calle en esta ocasión especial se quedara en los cuarteles.
Las dos únicas personalidades bajo arresto domiciliario en el país son los presidentes de la Corte Suprema de Justicia, Juan José Rodil Peralta, y del Congreso, José Lobo Dubón. El titular de la Procuraduría de los Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio, se encuentra escondido. De León, pese a que fue uno de los primeros políticos eliminados por Serrano, recibió una invitación presidencial horas después para volver a su cargo, lo que declinó tajantemente.
Voces de protesta
Las voces de discrepancia empezaron ayer a sonar, tímidamente aún porque no llegan a los medios de comunicación, secuestrados o bajo control de Serrano. Una de ellas ha sido la de la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, que valientemente ha decidido quedarse de momento en el país. Menchú, tras rogar a la comunidad internacional que presione a Serrano para devolver la normalidad constitucional al país, dijo que el golpe sólo sirve para "legalizar la represión" ya existente en Guatemala.
También se han producido las primeras dimisiones, aunque son escasas: el ministro de Trabajo, Mario Solórzano, miembro del insignificante Partido Socialista Democrático; uno de sus colaboradores políticos, Fernano Fuentes, secretario general de Planificación, y el embajador en Washington, Edmond Mulet.
Los medios de comunicación han sido, después de las instituciones políticas, los que más han sufrido las primeras consecuencias del serranazo, término con que algunos sectores califican al autogolpe.
El no sometimiento de los medios duró poco. A las dos de la madrugada de ayer la policía se presentó en las imprentas y secuestró las ediciones del martes, que no llegaron a los quioscos. Serrano, sin embargo, encontró en la televisión mexicana, de gran audiencia en. el continente, una forma de trasladar su mensaje a América Latina, donde algunos países se plantean llevar como tema exclusivo de la próxima reunión de la Organización de Estados Americanos de Managua este golpe. "Yo soy un verdadero demócrata", manifestó a Jacobo Zabludowsky, su entrevistador. "Aquí no ha habido un autogolpe porque se preserva la Constitución. Desgraciadamente no encontramos otro sistema a través de la ley para afrontar nuestros problemas".
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