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Entrevista:

"Soy musico y no alimento el morbo"

En 1977, Miguel Bosé hizo su fulgurante aparición en el mundo del espectaculocon una cancion que desperto pasiones adolescentes: Linda. Tenía 21 años. Hoy, recién cumplidos los 37, ha consolidado su carrera cinematográfica mientras intenta conseguir prestigio como músico. Califica su último disco, Bajo el signo de Caín, como pictórico, huye de ser considerado el morbo nacional, se enfrenta a un sector de la prensa y afirma no creer en el mercado. Como un cazador cazado, el ídolo reniega de su condición, pero le resulta muy difícil escapar de ella.

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Credibilidad en pequeñas dosis

Sin más preámbulos, Miguel Bosé comienza hablando de cine. De La reina Margot, su última película, rodada bajo la dirección de Patrick Chereau, "basada en una novela de Alejandro Dumas", precisa. De la anterior, Mazeppa, seleccionada para el actual festival de Cannes, dirigida por Bartabás, el creador del teatro ecuestre Zíngaro, y "de gran belleza visual", añade. De su primera experiencia en el cine francés con el realizador Nicolas Klotz, junto a la cantante Amina. "Me tomé dos años sabáticos para hacer cine, pero después de estas tres películas estoy concienciado a hacer música", afirma Bosé. "Hay quien se para, se aparta, se va a una playa y vuelve fresco. Yo me aparto, me voy a una playa y vuelvo histérico. Necesito actividad, y el cine es una purga que me hace regresar a la música con muchas ganas, Y viceversaMiguel Bosé se presenta con su barba de pocos días, camísa a cuadros, vaqueros y botas. Muy amable y parlanchín, su naturalidad contrasta con una exigencia habitual en algunos de los más populares: no a las fotos. Hay que contentarse con las oficiales de su casa discográfica o con las de archivo. Y tras su vehemente impulso cinematográfico, Bosé se sumerge, con no menos locuacidad, en su actividad actual: la música.

Después de 11 discos y dos años de silencio, acaba de publicar Bajo el signo de Caín, un disco que Bosé define como "pictórico". "Tiene más profundidad que los anteriores", continúa. "Es el disco de un tío de 37 años, con 20 de música a sus espaldas y que ha hecho de todo".

X Y Bosé se lanza a una larga exposición, a menudo salpicada de detalles técnicos, de cómo ha pensado este trabajo, de su desarrollo, de los músicos con los que ha trabajado; de un parto lento.

Latinidad

"Una parte del disco está hecha con mis italianos. Tenemos un diálogo muy bueno; les paso una melodía, la desarrollan y me la devuelven, la trabajo y se la vuelvo a pasar... Es un mecanismo particular. Después le dije a Ross Collum [el productor de Bajo el signo de Caín, célebre por sus trabajos con Enyal: ¿por qué no intentamos escribir nosotros? Y nos encerramos dos semanas en el estudio de Tears For Fears en Bath [Reino Unido]. Empezamos a crear atmósferas antes de pensar en historias que contar y... Tuvimos que parar porque estábamos enloqueciendo. De algunas canciones teníamos hasta cuatro estribillos diferentes. Un trabajo excesivamente intenso, pero del que salieron 11 canciones más, de las que se grabaron siete. Anglosajonas, pero con un aire de latinidad".

La euforia inicial de MiguelBosé ha dado paso a un ceño algo más fruncido cuando se le plantea la eterna necesidad de demostrar su papel como músico, 16 años después de haber levantado pasiones quinceañeras con su primera canción: Linda.

"Dejó de ser una obsesión. Lo que quieres es demostrarte que puedes transcribir con sorpresa para ti mismo lo que quieres hacer. Si este disco cae y no es nada, no podré reprocharme nunca haber hecho un producto para el mercado. No creo en el mercado caprichoso, infiel, voluble; aunque trabaje para él".

Un mercado sobre el que Miguel Bosé presume de acercarse poco. Recientes sus enfrentamientos con un sector de la prensa por unir su apellido Bosé con la palabra sida, -algo que el artista separó rápidamente, como lo hizo en 1986 cuando ganó un pleito a uña cadena radiofónica por el mismo asunto-, sus acercamientos a los medios son escasos. "He dejado de ser cómplice desde hace mucho tiempo de determinado tipo de información. Ahora, el enfrentamiento se ha vuelto encarnizado, con incursiones mucho más crueles. Te provocan y te provocan para que salgas, hasta que dices: "Hasta aquí hemos llegado". Para este tipo de información no importa la música, el cine o los libros. Importa el morbo que provocas, lo que mueves en la epidermis de 38 millones de españoles. Yo soy músico y no alimento el morbo nacional. Tengo verdadera pasión por el anonimato, y qué más quisiera que mis pensamientos sobre la música se leyeran tanto como el HoLa.".

Tajante punto final al asunto, expuesto con buen talante. Y rápidamente Miguel Bosé se levanta y coloca su disco en el reproductor de compactos. La conversación vuelve a la música. Y habla de un joropo venezolano que aparece en una canción; y de un clarinete en otra; y de la búsqueda de la elegancia y de la contención; y de su experiencia con Ketama -"Le dije a Collum: 'Dales pista y cállate; graba desde la primera toma porque todo es irrepetible"-; y de algunos textos. Como el que narra el viaje de 45 exiliados croatas, serbios y musulmanes a través de Europa, sin nadie que les acoja. "Es el drama que se crea en cada país con sus conciencias hipócritas, porque cuando nadie toma la responsabilidad nadie es solidario. Y todos nos quedamos en nuestra isla, atendiendo sólo a necesidades personales. Esta situación es la mejor para que aparezca el control reaccionario, fascista, drástico y fanático".

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