Un 'espontaneo' en la línea A
Keron Thomas, de 16 años, irá a la cárcel por secuestrar durante tres horas un metro en Nueva York
Keron Thomas nació, pobre y creció pobre sin tener nunca la posibilidad de jugar con un tren eléctrico. La falta de recursos económicos no impidió que este joven de 16 años viviera por y para los trenes. Las chicas y el baloncesto estaban bien, pero para el adolescente no había nada comparable al placer de subirse al metro. La locura de Keron por los trenes de verdad le llevó a secuestrar un convoy del subterráneo de Nueva York y a conducirlo durante tres horas y media. Su pasión por las vías le puede llevar a pasar hasta siete años en la cárcel.El joven emigrante podía haberse conformado con seguir empapelando su habitación con anuncios del metro o continuar jugando a que era un conductor de verdad y anunciar las estaciones de parada desde el descampado enfrente de su casa en Brooklyn, pero no pudo. El pasado sábado, el adolescente se puso su camisa de conductor, se colgó todos los instrumentos reglamentarios y se presentó en la estación de la calle 207 para coronar su sueño. Keron había llamado unas horas antes dando el nombre de un conductor que estaba fuera de servicio y anunciando que se ofrecía a trabajar horas extra. A pesar de su cara de niño, nadie le hizo preguntas ni le solicitó la tarjeta de identificación.
A las 15.58, el chico se sentó finalmente al frente de su adorada máquina y se dipuso a poner por primera vez en práctica todos los conocimientos que había adquirido devorando durante años el manual de conductores de metro de Nueva York. Thomas completó las 85 estaciones del recorrido de la línea A disfrutando del placer de transportar un par de miles de pasajeros. Sin embargo, en el recorrido de regreso, Keron no pudo contenerse y fue aumentando paulatinamente la velocidad de la máquina subterránea a la que tantas veces se había montado como pasajero por la única razón de disfrutar de un buen rato. Sentado a la cabeza de la máquina de hierro, Keron se sentía por primera vez como uno de los conductores de metro a los que imitaba desde hacía tanto tiempo. Fueron tres horas y media de delirio, las luces de intersección pasaban a gran velocidad, los pasajeros entraban y salían y el tren se adentraba en los túneles oscuros bajo los mandos de Keron. Décimas de segundo después de que rebasara la velocidad máxima permitida, los frenos de seguridad saltaron y el sueño de Keron se desvaneció.
El joven, nacido en la pequeña isla de Trinidad, que no había visto un tren hasta que emigró a Estados Unidos, ha sido detenido por suplantación criminal de personalidad, y será juzgado como un adulto. La madre de Thomas, una limpiadora de hotel, ha pedido disculpas públicas a las 2.000 personas a las que su hijo puso en peligro. "Cuando llegamos a este país, mi hijo era un buen estudiante, pero a medida que se fue obsesionando más por los trenes perdió interés en las clases del instituto", ha dicho para explicar la mala conducta de uno de sus tres vástagos. Jacquelin Thomas quería que su hijo acabara la escuela secundaria antes de presentarse a los exámenes de conductor, pero la pasión de Keron por las máquinas urbanas no podía esperar.
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