La primera huelga de su vida
Los obreros del metal de la ex RDA no luchan sólo por sus salario sino por el modelo de negociación sectorial
"Sí, hay miedo", reconoce uno de los miembros del sindicato IG Metall de Chemnitz mientras, con tranquilidad, redacta un salvoconducto a un proveedor de la empresa ante cuya puerta está el piquete de huelga que encabeza. Esta mezcla de miedo y serenidad, de determinación y decepcion, puede encontrarse en las caras de todos los metalúrgicos que, desde hace ya más de diez días, han emprendido la primera huelga de su vida, en circunstancias no precisamente favorables para los trabajadores de la antigua Alemania comunista
ENVIADO ESPECIAL, Chemnitz, que durante casi cuatro décadas se llamó Karl Marx Stadt y que conserva todavía el busto de mayor tamaño del padre del comunismo, fue uno de los centros claves de la revolución industrial alemana de finales delsiglo pasado, que algunos llamaban la Manchester sajona. La última vez que esta ciudad vio un conflicto laboral fue en 1928, y lo ganaron los obreros. KlausDieter-Ernst Trompke, es el responsable del sindicato IG Metall en la empresa Chemnitzer Spinnereirnaschinenbau GmbH, una vieja fabrica que produce ahora maquinaria textil, pero que en el pasado llegó a construir desde locomotoras hasta armamento. "Entre otras cosas que nos trajo el cambio, hemos adquirido el derecho a declararnos en huelga", se justifica Trompke mientras reparte a sus companeros que van llegando unos impresos en papel rojo en los que se explica la postura de la patronal.Este metalúrgico, que a sus 50 años largos se estrena como dirigente sindical, rechaza que el miedo sobre sus puestos de trabajo les vaya a impedir seguir la huelga. Tanto él como su compañero Ulrich Sclineider, un joven de pelo largo recogido en una coleta, aseguran, sabiendo que están incurriendo en una cierta contradicción, que lo hacen también para defender esos puestos de trabajo. Su empresa es propiedad de la Treuhand y una de las miles del antiguo aparato industrial de Alemania Oriental que no ha podido ser privatizada porque no es rentable. Antes de la unificación trabajaban en ella 2.200 personas y ahora quedan 660. Entonces su producción estaba destinada, casi exclusivamente, a la exportación a China, la URSS o un gran número de países del Tercer Mundo.
La Treuhand consiguió vender algunos pedazos de la empresa, los más rentables, de manera que varios centenares de trabajadores han conseguido salvar sus empleos. Pero el resto fueron despedidos. La patronal, al rescindir el convenio de 1991 por el .que se comprometía a igualar sus sueldos con el de sus companeros de occidente argumenta que la productividad de la ex RDA no permite estas subidas. "Ni hablar", replica Trompke, "es una de esas etiquetas que se nos adjudican, que somos vagos, que no sabemos trabajar. Lo cierto es que, concretamente, la productividad de nuestra empresa es superior a la media de occidente".
Diseño y tecnología
¿Es entonces un problema de falta de tecnología adecuada, de falta de productos competitivos?. '"Tampoco", asegura con orgullo de artesano, "disponemos de los mejores diseños y de la tecnología más avanzada. El problema es que quieren que desaparezcamos. Las grandes empresas de occidente pretenden deshácerse de toda posible competencia". Pero tiene que reconocer que su situación está hipotecada. Sus únicos clientes, en estos momentos, son las repúblicas de la antigua URSS.En Barmag, otra empresa de telares en una situación parecida a la anterior, Jórg Werner, el representante déla IG Metall, explica como están las cosas en esta ciudad que, antes de la guerra era uno de los centros económicos más importantes de Alemania. "De 80.000 trabajadores del metal que había en 1988 en Chemnitz, solo quedan 12.000 dice, "luchamos para conservar los puestos de trabajo. 110.000 personas, en esta ciudad de 250.000, viven del seguro de paro". El salario medio de un trabajador del metal en Chem-nitz es de 1.400 marcos netos al mes (100.000 pesetas). El alquiler de una casa de dos habitaciones en los suburbios es de 600 marcos y los precios de la comida, vestidos y demás necesidades están ya a nivel de occidente. Las mujeres representan el 70% los desempleados. Cerca 10.000 trabajadores de Cheminitz se desplazan cada día a Baviera realizando cientos de kilómetros para trabajar.
Los huelguistas, tanto en el Este como en el Oeste -donde ya empiezan a sumarse a la huelga luchan sobre todo por mante un principio hasta ahora sagrado en Alemania: el de que un convenio salarial firmado con la patronal no puede ser denunciado unilateralmente. Y esta es una de razones por las que la clase política no ha querido entrar en en guerra y se resiste aún a ello explica asimismo la campaña de descrédito organizada por la patronal que no duda en acusar de "idiotas" a los huelguistas de IG Metall, ocultando que el número de trabajadores del metal en la ex RDA ya se ha reducido de un millón y medio a meno 400.000
La dureza de la huelga y su extensión a la parte occidental, la solidaridad que se empieza a cubrir entre los obreros, muestra que, en realidad, lo que la IG Metall esta defendiendo es el modelo tradicional de relaciones laborales que ahora la patronal quiere romper y sustituir por uno basado exclusivamente en la productividad. "Esta es su manera de sacar partido a la crisis", explica Werner, "rompiendo la espalda del movimiento obrero, acabando con el principio de que las tarifas han de ser sectoriales para que se negocien empresa por empresa en función de la productividad". Por eso, añade, la huelga seguirá hasta que vuelvan a aceptar el convenio.
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