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Tribuna:ELECCIONES 6 DE JUNIO
Tribuna
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Toreo de salón

La tarde anterior preparó con mimo la faena, hasta aprendérsela prácticamente de memoria. Ayer, aunque se había acostado a las cuatro de la madrugada, se levantó temprano y se vistió cuidadosamente: chaquetilla príncipe de Gales, taleguilla azul marino y corbatín de espuelas entrecruzadas. "Así vas bien". Yayo, su mujer, prefirió no acompañarle; salió a la puerta de su chalé adosado y desde allí le despidió con un beso.Estaba tenso y no era para menos. Baltasar Garzón se jugaba la vida en Albacete. No era a las cinco de la tarde, sino al filo del mediodía, pero la faena que le esperaba a El Independiente tenía la trascendencia de las grandes corridas. El cartel estaba hecho a su medida: José Bono Muñidor de La Mancha, sería el padrino de la alternativa; Narcís Serra Finito de Barcelona, oficiaría de testigo. Al llegar al ferial, una charanga tocaba Se va el caimán. El coso estaba a rebosar. Las 5.000 almas que esperaban el espectáculo, amenizadas por los coros y danzas locales, eran el vivo retrato de una pirámide invertida; la edad media no bajaba de 60 años.

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Salió al ruedo entre ovaciones, llevando por cuadrilla a cuatro guardaespaldas. Con la mirada tensa de los grandes momentos y la sonrisa metálica congelada, se plantó en el centro de la arena entre el siseo general. Allí, con la responsabilidad helándole la sangre, se abrazó a Muñidor de La Mancha, desplegó la muleta y se dispuso a ajecutar la faena.

No hubo tal. En Albacete no había toro ni torero. Baltasar Garzón El Independiente había venido a justificarse. Atenazado por la ola de críticas que ha levantado su reciente cambio de estilo, el viejo artista justiciero se reveló como un gris pegapases, sin acoplarse en ningún momento con su enemigo. Lo llevaba dentro. A lo largo de 18 tediosos minutos, desplegó su monótono repertorio. Con la derecha, Garzón se dedicó a valorar su independencia y profesionalidad anteriores; cuando se echó la muleta a la izquierda, interpretó el unipase: "Yo no soy neutral. Por eso me he unido a un proyecto de progreso". Acostumbrados a Dámaso González, y teniendo en cuenta que el debutante se había presentado como hijo de la vecina provincia de Jaen, el respetable se mostró condescendiente. No hubo música, ni pañuelos pidiendo la oreja. Los veterinarios habían rechazado los toros más comprometidos -el primero, "Crísis" y el sexto "Córrupción" y habían convertido la corrida en un festival benéfico. Allí no cabía el entusiasmo de las grandes emociones.

Garzón estuvo frío y a la defensiva, probablemente acomplejado por su nuevo oficio, sin conectar nunca con un público de sal gorda, excesivamente bullanguero. Su estilo se adapta mucho más al público de sol y sombra, amante de las faenas de salón. Sus compañeros de cartel, cumplieron. Muñidor de La Mancha se mostró serio y batallador y Finito de Barcelona, más efectista, abusó descaradamente del pico.

El fervor popular, contenido toda la corrida, sólo se desató camino del hotel. Los aficionados, atraídos por la magia de El Independiente, un hombre de pasado épico y brillante, cerraron la tarde clamorosamente obligando al nuevo maestro a refugiarse en el coche oficial para escapar de tanto apretón de manos y tanto beso vulgar. Allí le esperaban los otros dos espadas, que disimulaban con una sonrisa perfectamente estudiada el malestar que provoca la cercanía de los ídolos.

La confirmación de la alternativa será el próximo día 4 de junio en Madrid. Entonces se despejará la duda de si Garzón se conforma con ir en la cuadrilla de Felipe o prefiere torear un mano a mano.

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