México, "dictadura imperfecta"
Agria polémica por los ataques de Vargas Llosa al régimen
Reinaba la calma en México hasta que llegó, hace dos días, Mario Vargas Llosa, que, como viento huracanado, no sólo destripó a Alberto Fujimori comparando el Perú actual con Haití, sino que hundió su dedo en la llaga que más duele al sistema político mexicano, levantando una feroz polémica sobre la peculiar forma de gobierno de este país. México, para el prestigioso escritor peruano, era hace tres años una "dictadura perfecta". Ahora lo sigue siendo, pero "imperfecta".
Esta ligera transformación semántica ha sido posible, según el autor de El pez en el agua, obra polémica que presenta estos días en la capital mexicana, gracias al cambio económico experimentado en los últimos años. Pero nada más. "No hay que engañarse: el sistema político mexicano no es democrático", dijo.Ni en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari, ni en las Cámaras parlamentarias que controla el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ni en los sindicatos que obedecen al nonagenario Fidel Velázquez, ni en los 28 Estados que controla el partido gubernamental ha gustado esta afirmación. Aunque existe una crítica nacional a como se hacen las cosas desde el poder, jamás había sonado tan fuerte.
Protestas
La presidenta de la Cámara de Diputados, María de los Ángeles Moreno, pidió a Vargas Llosa respeto y respondió así a sus declaraciones públicas: "Los mexicanos nos hemos determinado con sabiduría nuestro sistema, que está en permanente perfeccionamiento".Más radical fue el dirigente priísta Rodolfo Becerril, quien dijo que "ningún extranjero tiene derecho a hablar mal del país cuando se desconoce su realidad". Muy moderado, en cambio, resultó el escritor Octavio Paz. Al acompañar a Vargas el martes en un acto ante más de 1.000 estudiantes, se enganchó al revuelo diciendo que el sistema mexicano tiene un lado positivo, que se refleja en el equilibrio del país, Y otro negativo, que ha ímpedido que se desarrolle plenamente la democracia.
El autor de El pez en el agua, sin embargo, elogió el Tratado de Libre Comercio que ultiman actualmente México, Canadá y Estados Unidos, y lo definió, para tranquilidad de la clase gobernante, como el vehículo que hará posible el verdadero cambio en México, "dotándole de esa democracia perfecta que todos anhelamos".
Vargas Llosa reconoció que era un hombre impopular en Perú, pero por criticar la tradición autoritaria de ese país, "ahora representada por el poder dictatorial de Fujimori", y no por su fracaso político. A Hernando de Soto, amigo años atrás y hoy convertido en el más furibundo detractor de su nueva obra, lo eludió, no sin antes definirlo como un agente más de la dictadura peruana. "Desde joven aprendí a decir lo que pienso sin veladuras ni disfraces y ya es muy tarde para que cambie", recalcó.
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