Amigos
Llevo 16 años viviendo en España y 15 como lector de EL PAÍS.Es mérito de este periódico que nunca haya dejado de comprarlo. Argentino de origen, gaditano de corazón, a los cuatro años de vivir en España me descubrí español converso cuando, vuelto a Buenos Aires después de 10 años, me pateaba dos kilómetros todas las mañanas para comprar EL PAÍS en la calle Corrientes.
Psicoanalista sin ejercer, vivo como artesano -cada día peor - y, en lo posible,al margen. A través de EL PAÍS vivo amistades unilaterales con personas en las que descubro rasgos con los que, inevitablemente, me identifico.
Con Haro Tecglen, que muestra a través de sus dudas la seguridad de sus convicciones. Con Javier Pradera, por el rigor de sus análisis y -¡qué envidia!- su capacidad de síntesis.
Con Rosa Montero, por ser solidaria, tierna y mostrar que con claridad y sencillez se puede hacer de cada columna escrita un ejemplo de calidad literaria.
Y con Maruja Torres, que con sus bien administradas dosis de vitriolo, humor y mala leche, sabe torpedear a los malos de siempre, a los absurdos de hoy y despertar la capacidad -en quien la tiene, claro- de reflexionar sobre la injusticia y la banalidad que nos invade por doquier.
Son mis amigos. Como EL PAÍS.
Echo en falta cierta ferocidad en los cronistas de fútbol. Me parece que faltan más análisis técnicos y tácticos del juego -nadie los hace- y menos cotilleos -los hace todo el mundo-.
Me parece muy bueno resaltar lo que debiera ser -Julio César Iglesias, Jorge Valdano-, pero creo que también hay que pegar en lo que no debe ser -árbitros, la selección, violencia- y no limitarse simplemente a la crónica informativa o estadística.
En todo lo demás, lo dicho: sois mis amigos.-
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