Ponme la mano aquí, macorina
"Yo he llorado muchas veces oyendo a Chavela", dijo Pedro Almodóvar al presentar el primero de los tres recitales de la cantante mexicana en su reencuentro con Madrid. Y todo el mundo supo que quedaba abierta la veda para el llanto. Cuando ella salió al escenario, la abarrotada sala Caracol se convirtió en clamor.Chavela Vargas, a sus 74 años, es como la revolución de Pancho Villa pero por dentro, por las montañas del corazón. Abrió fuego con La macorina, su canción insignia, escrita para ella por el español Alfonso Camín, hace casi medio siglo. "Pónme la mano aquí, macorina", es el susurro de los guerrilleros y de los amores prohibidos. Y cuando Chavela canta eso, cuando dice "aquí", se puede referir al corazón, a la pistola, a los centros, al alma entera.
Chavela Vargas
Chavela Vargas (voz), Marcela Rodríguez (guitarra), Óscar Ramos (guitarra). Sala Caracol. Madrid, hasta el 24 de abril.
Un silencio sonoro -casi se podría decir recogimiento sagrado- inundó la sala durante las dos horas de actuación. Pero al terminar cada una de las canciones, estallaba el grito unánime del público fascinado. El repertorio de Chavela pertenece por derecho a las páginas más bellas de la canción popular en castellano. Chavela convierte la ranchera en metafísica al alcance del gran público.
Envuelta en un poncho adornado con motivos aztecas, pantalón blanco, botas blancas, da la impresión de que la cantante no es de carne y hueso; da la impresión de ser inmaterial, como casi todo lo sublime.
Cuando a los 74 años se sale a cantar a un escenario, no hay más alternativa que el patetismo o la perfección. Chavela Vargas es la perfección. Dice los bellísimos textos con tal maestría que logra realizar el milagro: más que con una artista, uno se encuentra con el arte. Consigue mantenerse en la cima de lo prodigioso durante todo el concierto, sin decaer un solo momento.
Arrebatadora
Cantó más de 40 canciones, y en todas ellas estuvo inmensa, arrebatadora. No hay sofisticación alguna. Todo es pura verdad, desnuda sencillez. ¿Qué tema destacar? Todos, sin excepción: desde La macorina hasta Amaneció otra vez, que cerró el espectáculo, pasando por Que te vaya bien, Piensa en mí, Luz de luna, Paloma negra, Catarí, Volver, Los ejes de mi carreta, María Teposteca, La noche de los luceros, Cuando tú te hayas ido, China, Poco a poco, Golondrina de ojos negros, Cartas marcadas, La llorona... A pesar de todo, la gente no acabó borracha de sensaciones, sino llena de belleza.Cuando cantó: "Hoy voy así a la vida; / antes iba a la muerte", se le rindió una ovación que más parecía el abrazo apasionado de dos amantes que no se veían desde hace tiempo. Y ella, serena, sólo pudo contestar, aguantando el sollozo: "Qué amante espera así 20 años?".
Durante la actuación hubo aromas de otros tiempos, en los que Chavela navegaba por los mares del delirio. Porque ha rizado el rizo de la lucidez: ya no necesita el arte del olvido; puede recordar todo sin que nada le haga daño; puede estar sosegada y, al mismo tiempo, alborotada por volver; exhala serenidad igualmente en un escenario que en la penumbra vaga de una pequeña alcoba.
Es casi seguro que su estancia en España se prolongue y que siga actuando en Caracol algunas semanas más. Y está ya confirmado que grabará de nuevo aquí, producida por el librero Manuel Arroyo.
Una famosa actriz, con los ojos enrojecidos, salía diciendo: "Yo cuando sea joven quiero ser como Chavela". Pero para ser tan joven como ella hay que tener muchos siglos y muchas cicatrices.
Babelia
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