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Proceso de privatización

Jorge M. Reverte

La intención de la reforma era conseguir una desmonopolización y poner en concordancia con la capacidad real de las fábricas en el mercado su propia existencia. El caos, dada la situación angustiosa del mercado y dada la enorme deuda financiera contraida por las empresas, cristalizó en una clara impotencia para renovar las estructuras de producción y en una larga oleada de conflictos en la que no faltaron amenazas de los trabajadores de usar los fusiles AK-47 para defender sus reivindicaciones.En ciudades como Sopot y Karlovo, marcadas por la instalación de estas gigantescas fábricas, los trabajadores dejaban de recibir sus salarios. En Karlovo, el propio Ayuntamiento, que no lograba cobrar sus deudas de las empresas de armas, entró en bancarrota y se declaró incapaz de pagar los servicios hospitalarios.

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El complejo militar industrial

De forma paralela, el Gobierno comenzó a hablar de la competitividad de las fábricas y de la reconversión de las mismas para procesos productivos civiles, ligándola a los procesos de privatización. Los comienzos de esta reconversión han sido escasos, según reconocen en el Ministerio de Industria. Algunos ejemplos, como el de la factoría de Khan Krum, en Targovishte, que ha pasado a producir con relativo éxito piezas para vehículos civiles, no ocultan el fracaso global de una opción que necesitaría de una fuerte inversión de capital.

Beneficios ocultos

La vuelta al poder de los ex comunistas sitúa a la industria militar en el centro de la política búlgara. Muchos de sus componentes están interesados en que las fábricas se deterioren aún más para obtener beneficio superior en el proceso de privatización que será inevitable.

Los expertos del Ministerio de Industria lo definen con claridad: "Si un responsable de una fábrica consigue que ésta se encuentre en una mala situación cuando se negocia la venta a una empresa extranjera, puede obtener beneficios personales en el futuro".

El interés del Estado es contradictorio: a corto plazo supone la renuncia a que en las arcas públicas ingresen las divisas procedentes de las ventas de armamento. En otro orden de cosas, la privatización supondrá una mayor dificultad en el control de las exportaciones.

Las perspectivas de algunas de estas empresas no son tan negras si el proceso se pone en marcha de una vez: Samsung y Goldstar, empresas coreanas, han mostrado interés en establecerse en Bulgaria. British Aerospace, Rover, Maryland Industry y Matrix Corporation (de Estados Unidos) tienen procedimientos en marcha, según un informe de Antoaneta Dimitrova para Radio Liberty.

Los ex comunistas, observados con lupa por los más de 300.000 trabajadores que directa o indirectamente dependen de la industria de armamento, se enfrentarán a la situación en el centro de este cúmulo de intereses.

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