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Tribuna
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Y yo el primero

La única manera: sé solidario. La solidaridad es una exigencia imprescindible e ineludible. El ambiente actual ha devaluado la solidaridad. La ha puesto de moda como palabra, pero sin afrontar todas sus exigencias prácticas insoslayables. Cuando este derecho no es reconocido, sucede frecuentemente que los interesados se sienten víctimas de una estructura que no los acoge. La única manera: sé solidario.Estos párrafos, aunque batidos, pertenecen al comunicado episcopal del día de hoy, Jueves Santo, día del amor fraterno. Nuevamente hay que descubrirse ante la capacidad de la Iglesia católica por aprehender, entre líneas, bisbiseando, la realidad más prosaica. Nadie va a dudar, tras su lectura, que la Iglesia ha querido realizar su contribución personalísima a la semana de Pasión que vive el PSOE. Solidaridad, en efecto, con los perseguidos. Así lo ha entendido la Iglesia, así lo ha entendido el PSOE y así debemos entenderlo todos. ¿Navarro, Sala? En modo alguno esa cobarde limitación. Yo también, yo, Benegas, el Txiki. Y yo, Guerra, veréis quemarse hasta mi espectro. Y yo, González, otrora el innombrable, yo me voy por responsabilidad política solidaria. Y por qué quedarnos ahí, a ver por qué demonios. ¿No hubo un Naseiro, juzgado y sentenciado políticamente? Pues ahí va Cascos, desnuda de apellido la crisma; ahí le sigue Aznar, no le llamen el escaso. Los catalanes no serán insolidarios: ¿no celebró el impudor la gran timba de Casinos? Pues Roca primero, seco e impasible, y a su paso, Pujol, vacilante pero erguido. Y Anguita, claro, cual la mujer turca que apalea su marido en el refrán: "Pégale: si tú no sabes por qué, ella sí que lo sabe". Préndase la gran pira de rufianes... Y sobre sus cenizas vayamos luego todos, uno por uno, fraternos en el Jueves Santo.

Por los clavos de Cristo: ¡qué sacrificial estafa!

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