Las comparecencias sorpresa del presidente
El jefe del Gobierno, Felipe González, ha prodigado últimamente su presencia en actos públicos de forma inesperada. La primera vez que González compareció por sorpresa fue en noviembre de 1992 en la localidad castellana de Magaz de Pisuerga, adonde acudió a una reunión del partido, invitado por el secretario general del PSOE de Castilla y León, Jesús Quijano.
Posteriormente, González ha multiplicado su presencia en diversos lugares de la geografía española, con un aviso de menos de 24 horas de antelación, en la mayoría de los casos. Acudió el 7 de enero, a Mérida, donde participó en una reunión de la Junta de Extremadura, presidida por Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Hace un mes, se trasladó, también inesperadamente, a Toledo, invitado por el presidente regional, José Bono, y el secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, Juan Pedro Hernández Moltó, donde clausuró una reunión de alcaldes socialistas.
La última comparecencia inesperada de Felipe González fue el pasado martes, cuando se presentó en la localidad abulense de Las Navas del Marqués para conversar durante ocho horas con algunos notables del partido sobre la situación interna.
Estas comparecencias de González tienen como objeto recuperar el contacto con diversos sectores sociales y su propio partido, tras tomar las riendas del PSOE después de una dedicación intensiva a la política exterior. Unas comparecencias han tenido un carácter más institucional, como la que ayer mantuvo con un grupo de empresarios madrileños, pero la mayoría de ellas han tenido un carácter interno, con la pretensión de conocer de primera mano el pulso del PSOE.
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