Mario Segni, un hijo del sistema

Marlo Segni, de 53 años, nacido en Cerdeña, como el ex presidente de la República Francesco Cossiga, como el fallecido líder comunista Enrico Berlinguer, y otros notables políticos itallanos, es hijo de Antonio Segni, jefe de Estado que dimitió en 1964 entre sospechas de colaboración con un plan golpista fallido de los carabineros.Mario Segni suele ser presentado, por esta razón, como el ejemplo clásico del político constituido en reformador del sistema en el que se ha criado, dato que sus críticos, incluso los muchos que ha tenido dentro de la Democracia Cristiana, que hasta ayer era su partido, esgrimen con frecuencia para poner en duda su condición de hombre nuevo.

Marlo Segni ha tenido, sin embargo, una visión política indudable y una gran sensibilidad para percibir el cambio de los tiempos. Se trata de las mismas cualidades que le faltaron por completo al ex líder socialista, Bettino Craxi, cuando recomendó a los italianos que se fueran al mar, y no votaran en el referéndum de reforma de la ley electoral celebrado el 9 de junio de 1991.

El arrollador éxito del sí en aquella consulta sancionó la mayoría de edad política de Segni, promotor del referéndum casi en solitario, y su intuición de que el cansancio de los italianos hacia una democracia mediatizada por los manejos y abusos de los partidos políticos era suficientemente grande como para que dedicaran su atención y esfuerzo a una cuestión aparentemente tan técnica como la de la reducción del número de preferencias expresables en las elecciones generales.

El éxito de Segni redundó, sobre todo, en la credibilidad de su estrategia de utilizar la vía referendaria para forzar unas reformas bloqueadas por los partidos en el Parlamento. La prueba definitiva de esta estrategia, y del futuro político de Mario Segni, se juega en los referendos convocados para el próximo 18 de abril.

Su proyecto político representa una alternativa menos brutal y más institucionalista de reforma del sistema que el que inspira a la Liga del Norte, según ha dicho el propio Segni, que sigue pensando en sus Populares por la Reforma como un partido católico, aunque posiblemente asociado a otros laicos moderados en el seno de algún movimiento federativo.