Li Peng, reelegido como primer ministro chino
El actual primer ministro chino, Li Peng, considerado uno de los principales responsables de la represión militar en la plaza de Tiananmen, el 4 de junio de 1989, fue reelegido ayer jefe de Gobierno por la Asamblea Nacional, que celebra en Pekín su reunión anual.
Li, de 64 años, se sumó a la apertura económica con menos entusiasmo que otros cuadros del Partido Comunista Chino (PCCh), pero finalmente comprometió su actuación política en favor del proceso y fue aceptado por Deng Xiaoping. Es considerado uno de los dirigentes más impopulares entre los chinos que desean agregar al liberalismo económico la reforma política.Li Peng, ingeniero entrenado en la Unión Soviética en los años de la guerra fría, gobernará cinco años más con el voto favorable de 2.573 delegados, y contrario de 210. Fueron anuladas 120 papeletas. En un Parlamento acostumbrado durante décadas a manifestarse por unanimidad, el número de votos negativos acumulado por el primer ministro es significativo. Jiang Zemin, secretario general del partido y presidente de la Comisión Central Militar, con mando sobre un ejército de tres millones de personas, fue elegido ayer presidente de la república con sólo 33 votos en contra y 25 nulos.
El nombramiento de Li Peng, que ha atemperado su anterior querencia marxista con un discurso más moderado y actualizado, sigue a la renovación de otros importantes puestos estatales y ministeriales, ocupados ahora por comunistas que favorecen la apertura económica aunque ésta provoque alteraciones y cambios de mentalidad reñidos con la ideología del PCCh.
Un experto del 'aparato'
El primer ministro, cuyos conocimientos del aparato del Estado y la burocracia fueron especialmente valorados, es hijo de un revolucionario comunista ejecutado por los nacionalistas que huyeron a la isla de Taiwan tras ser derrotados por las milicias de Mao en la guerra civil de 1949. Posteriormente fue adoptado por Zhou Enlai, primer ministro desde 1949 a 1976 y uno de los líderes nacionales más recordados por el pueblo chino.Su activa participación en la toma de decisiones que llevaron a la brutal intervención de hace cuatro años le granjearon la hostilidad de los estudiantes e intelectuales que en aquellas fechas tomaron las calles de Pekín. La carga militar fue ordenada por líderes con más mando y años que Li Peng, pero esa gerontocracia permaneció en la sombra. Li, más ruidoso en la denuncia de las protestas, se convirtió en el principal chivo expiatorio.
No ha sido un político fácilmente manejable, pero ha debido ceder al empuje y ritmo de los reformistas como única vía de supervivencia política.
El borrador de su rendición de cuentas como jefe de Gobierno ante la Asamblea Nacional del pasado año fue revisado sensiblemente por otras instancias partidistas y sus llamadas a un frenazo en el crecimiento económico, desatendidas por quienes impusieron la tesis de crecer más rápidamente.
Li apoya la apertura económica pero teme las consecuencias de un recalentamiento y los inevitables desórdenes si el proceso se sale de madre.
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