El futuro ya ha comenzado en Marsella
El populista Tapie quiere formar parte de la guardia pretoriana de Mitterrand
ENVIADO ESPECIALBernard Tapie y Bernard Kouchner, los dos ministros más fotogénicos del agónico Gabinete socialista de Pierre Bérégovoy, compartieron la noche del pasado miércoles en Marsella, el proyecto de formar parte de la guardia pretoriana del presidente François Mitterrand durante el difícil periodo de cohabitación con la derecha que se abre la próxima semana. Su compromiso tenía un aire de amor de herederos ante la previsible guerra de sucesión que se abrirá en la izquierda tras el terremoto político que han supuesto estas elecciones.
Los dos son jóvenes, atractivos y ajenos al mundo de la política; pertenecen a eso que la derecha califica, con desprecio, como la gauche caviar. Pero el miércoles llenaron el pabellón polideportivo de Cabriés, una localidad próxima a Marsella que pertenece a la circunscripción por la que se presenta Tapie.Kouchner, cuya imagen ha dado la vuelta al mundo por sus misiones humanitarias en Yugoslavia y en países del Tercer Mundo, y que ha ayudado a acuñar el concepto de "derecho de injerencia humanitario", no se rompió la cabeza al dibujar el paisaje político que quiere para Francia. "Hace falta crear dos movimientos: uno de demócratas y otro de republicanos; uno progresista y otro más conservador". Kouchner, que no es candidato en estas elecciones, había viajado a Marsella tras el último Consejo de Ministros de este Gobierno para apoyar a su amigo, compañero de Gobierno y, presumiblemente, de viaje en la futura tarea de reformar la vida política francesa.
Tapie, empresario de moda -de los que compran y venden empresas con gran facilidad-, presidente del club de fútbol Olympic de Marsella, concejal de la ciudad y ministro del Gobierno por voluntad expresa de Mitterrand, tiene un estilo populista que le ha salvado del desastre que sufrieron el pasado domingo en Marsella sus compañeros socialistas de la coalición presidencial. En las ocho circunscripciones con que cuenta la ciudad, un viejo coto socialista donde reinaba el desaparecido Gaston Defferre, el Partido Socialista sólo tiene ligeras esperanzas de conservar uno de los cinco escaños que poseía.
Escándalos discretos
Un partido dividido, el desempleo, que se ha disparado en esta región, y la inmigración magrebí y africana son las razones más aparentes del descalabro. Sin embargo, los affaires, los escándalos financieros, no se mencionan demasiado. Por ello, Tapie, cuyo nombre se ha visto implicado en varios -entre ellos la compraventa de la empresa Adidas-, es el candidato mejor situado para salir elegido por la décima circunscripción del departamento de Bouches-du-Rhöne, al que pertenece la ciudad de Marsella.
El ascenso de Tapie preocupa a la derecha tradicional, que hace correr el rumor de que existe un vago acuerdo entre el presidente del Olympic de Marsella y Jean-Marie Le Pen, líder del Frente Nacional, primera fuerza política en este departamento. Según ese análisis, el Frente Nacional no retirará su candidato en la circunscripción de Tapie, lo que perjudica a la derecha tradicional, y a cambio el candidato socialista y amigo de Tapie en la circunscripción de Niza, donde se presenta Le Pen, no hace campaña contra el líder ultraderechista.
Aunque tanto Tapie como el Frente Nacional consideran ridículos esos comentarios, ambos comparten una misma ambición: ser alcaldes. Tapie, de Marsella, y Le Pen, de Niza. Su enraizamiento en sociedades como la marsellesa o la de Niza, en las que se aprecia a los hombres fuertes y con influencias, puede ser que les induzca a no enfrentarse directamente.
Sin embargo, Tapie parece ser el único político -se presenta bajo la etiqueta de los Radicales de Izquierda (MRG)- capaz de poner freno al constante aumento de la extrema derecha en esta ciudad y en esta región. En casi todas las circunscripciones de Marsella, el Frente Nacional (FN) ha alcanzado el 28% del electorado, y en el departamento de Bouches-du-Rhöne es también la primera fuerza política, con el 21,18%, es decir cinco puntos más que la coalición de derechas Unión para la Democracia Francesa (UDF).
El candidato comunista por la cuarta circunscripción, Guy Hermier, un profesor de la tendencia renovadora opuesto a George Marchais y muy respetado en Marsella por su talante personal y su integridad moral, afirma, con datos en la mano, que la extrema derecha no sube. "Es la izquierda la que baja, sobre todo por la abstención, 10 puntos más importante aquí que en el resto de Francia". La gente está "harta, desilusionada, y hay que movilizarla", afirma el candidato comunista.
Hermier considera que la mutación que está sufriendo la sociedad obligará a replantearse muchas cosas en un inmediato futuro, pero no en la dirección que apuntan Tapie o Kouchner. A su lado, varios socialistas que le ayudan en esta segunda vuelta asienten.
Campaña 'ultra'
El candidato comunista se enfrentará el domingo a una candidata del FN, Marie-Claire Roussel, una madre de familia amable, discreta, que hace su campaña puerta a puerta, dialogando con la gente, lejos de las declaraciones catastrofistas de su líder. El Frente Nacional, en general, ha hecho una campaña con sordina, en la certeza de que "las ideas que defendemos son las ideas del pueblo", asegura Brigitte Marandat, candidata suplente del Frente Nacional en la séptima circunscripción del departamento.
Marandat, una mujer rubia, elegante, decoradora de profesión, se queja de que los medios de comunicación tienden a "diabolizarles", presentándoles como nazis. Una escultura de Juana de Arco, grande, dorada, con los colores de Francia al viento, confirma, en este despacho de la sede principal del FN en Marsella, que sus simpatías por las ideas de origen extranjero no son grandes.
Sus quejas y su programa son simples y directos: parar la inmigración, restaurar la seguridad en las ciudades y en los barrios, dar prioridad en el empleo a los franceses y "6.000 francos al mes (unas 120.000 pesetas) a las madres, o padres, de familia franceses deseosos de dedicarse a la educación de sus hijos a tiempo completo".
La derecha tradicional, que se agrupa en la UDF, será la gran ganadora del descalabro de la izquierda y del voto útil que ésta pide contra el Frente Nacional. Jean Claude Gaudin, líder regional de la derecha liberal, cuenta con que siete de los ocho escaños de Marsella y cinco de los ocho del resto del departamento caigan en sus manos. Sin embargo, no pide de forma clara que sus electores voten por los candidatos de izquierda cuando éstos se enfrentan en solitario, como es el caso en dos circunscripciones, a un candidato del FN.
"Tengo confianza en nuestro electores. Sabrán hacer por sí mismos su elección en función de los valores que siempre hemos defendido", dice. Esta ambigua declaración puede darle un escaño a Bruno Megret, brazo derecho de Le Pen, en detrimento de un veterano dirigente socialista.
Ciudad colonial
La Marsella multirracial, multicultural, rompeolas de todas las inmigraciones, está en la Canebière, una rambla que desemboca en la, dársena luminosa del viejo puerto de Marsella. El resplandor azul del Mediterráneo, las brasas de los puestos de comida, las mujeres con la cabeza cubierta, los jóvenes algo ruidosos en las esquinas, algunas chilabas, algunos solideos hebreos dan a la ciudad un aire colonial, pero a la inversa.Ya no son los franceses los que están allí, al otro lado de la línea azul del horizonte, son ellos los que están aquí.
Y, a diferencia de otras ciudades de Francia, donde la inmigración está más recluida en el extrarradio, en Marsella, que ronda el millón y medio de habitantes, los llegados del otro lado del mar ocupan durante el día el corazón de la ciudad. Muchos dicen que eso da votos al Frente Nacional, porque los ciudadanos se sienten extranjeros en sus barrios. La paradoja es que muchos votantes del FN son pieds noirs, repatriados de la Argelia francesa que un día lucharon para que siguiera siéndolo. Si hubieran ganado, los extranjeros que quieren echar serían sus compatriotas.
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