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El Soviet Supremo ruso pone en marcha el mecanismo para destituir al presidente Yeltsin

Pilar Bonet

El Sóviet Supremo de la Federación Rusa (Parlamento permanente de 247 diputados) decidió ayer que el presidente Borís Yeltsin ha cometido un "atentado contra los fundamentos constitucionales del Estado" y puso en marcha el procedimiento para destituirle. Para ello se dirigió al Tribunal Constitucional, que deberá determinar la legalidad de la medida presidencial, y al fiscal general, que dilucidará si hay responsabilidades penales para los autores del decreto.

El Parlamento se había reunido ayer por la tarde en sesión extraordinaria para responder a la entrada en vigor del "régimen especial de dirección" anunciado el día anterior por el presidente en una combativa exhortación a sus conciudadanos que amenaza directamente la existencia de las actuales Cámaras. La decisión de iniciar el proceso de destitución de Yeltsin fue aprobada por 125 votos a favor, 16 en contra y 4 abstenciones.De acuerdo con la Ley del Presidente, aprobada en abril de 1991, el jefe de Estado puede ser destituido si transgrede la Constitución o las leyes de la Federación Rusa. El proceso de destitución exige como primer paso que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la legalidad de la actuación presidencial. Posteriormente, el dictamen de inconstitucionalidad pasa al Congreso de los Diputados Populares de la Federación Rusa (el superparlamento), a quien corresponde cesar al presidente. Para ello son necesarios dos tercios de los votos de los 1.068 diputados, cifra que es muy dificil que consigan los adversarios de Yeltsin.

"El presidente, empujado por sus allegados, eligió el camino directo, rudo y duro de la confrontación, de la ruptura con el Legislativo y el Judicial, el camino de las medidas extremas, que lo ponen fuera del espacio constitucional y legal", sentenció el jefe del Sóviet Supremo, Ruslán Jasbulátov al iniciar la sesión. Jasbulátov regresó precipitadamente desde Alma Atá (la capital de Kazajastán), una de las etapas su periplo por las capitales de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Los ministros representantes de los poderes fácticos declararon ayer su neutralidad en el conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo. En vísperas del siglo XXI y en una potencia nuclear no se puede permitir que ninguna de las partes consiga su fin, dijo rotundamente el ministro de Defensa, Pável Grachov.

"La carta militar"

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Este manifestó que los diputados no contribuyen a estabilizar la situación en el Ejército y que varias fuerzas políticas tratan de usar "la carta militar". "La situación se caldea", señaló, refiriéndose a las tropas acuarteladas en la región de Moscú. La crisis actual puede producir el "cisma" en el Ejército y el derramamiento de sangre.

Con la etiqueta de "régimen especial de dirección", Yeltsin anunció un conjunto de medidas, entre las que se cuenta un referéndum el 25 de abril para someterse al voto de confianza de los ciudadanos, conjuntamente con el vicepresidente, y aprobar una nueva Constitución y una ley electoral. Mediante esta ley, el Sóviet Supremo y el Congreso serían sustituidos por un parlamento de nuevo cuño.

Ante los principales dirigentes del país, con excepción de Yeltsin, Jasbulátov acusó al presidente de especular con la amenaza de un golpe comunista para ocultar el fracaso de su política económica. Muy conciliador y tranquilo intervino el vicepresidente Alexándr Rutskói, según el cual la única vía posible es la "interacción" de todas las estructuras del poder. Rutskói recalcó que había tratado de disuadir al presidente de firmar el decreto donde expone por escrito lo que dijo en la televisión.

El decreto presidencial, que no fue publicado ayer, había recibido una difusión mínima entre los altos cargos rusos. La agencia Interfax facilitó ayer un resumen del texto, citando como' fuente del documento a Rutskói. En él se afirma que el presidente y el vicepresidente se someten a un voto de confianza que, simultáneamente, se considera la votación de la Constitución y la ley electoral. Ambos textos entrarían en vigor inmediatamente después de anunciarse el resultado del plebiscito. Los jefes del poder ejecutivo de las unidades territoriales de la Federación Rusa se someten directamente al presidente y al Gobierno central y todos los intentos de invalidar los decretos y disposiciones del presidente y del Gobierno son declarados ilegales.

Yeltsin ordenó al ministro de Exteriores, Andrei Kózirev, aclarar a otros Estados y al secretariado de la ONU que el régimen especial de dirección no significa un estado de excepción y que permanecen en vigor todos los derechos civiles.

Rutskói se desmarcó ayer tanto del presidente como del Parlamento, y opuso la idea de 11 centro" a los "radicales de izquierdas y derechas". Nadie puede arrebatar a Yeltsin el derecho a someterse a un voto de confianza, dijo el vicepresidente.

También ante el Sóviet Supremo el jefe del Gobierno, Víktor Chernomirdin, exhortó a no dejarse dominar por las emociones, defendió el derecho del presidente a someterse a un voto de confianza y remitió el resto de las medidas a los "especialistas". El presídium del Gobierno se reunió ayer por la mañana en sesión ampliada.

Los allegados

El presidente del Tribunal Constitucional, Valeri Zorkin, que la víspera -por cuenta propia- había acusado a Yeltsin de "intento de golpe de Estado", preguntó retóricamente si el culpable de la situación era Yeltsin o sus "allegados", quienes habían convencido al presidente de ser el salvador de Rusia". "Reflexione", concluyó Zorkin dirigiéndose al gran ausente. "Tal vez cometió un error, un error catastrófico, pero dígaselo a los diputados, que también son rusos".

El Tribunal Constitucional, que se reunió en la madrugada de ayer, decidió hacerse cargo del examen de la constitucionalidad de los planes de Yeltsin, según manifestó Zorkin, que ha citado a varios altos cargos. Zorkin, con quien Yeltsin se negó a dialogar durante tres días, pidió ayer el texto oficial y los borradores del decreto, que no le habían sido enviados. Algunas de las fórmulas usadas por Yeltsin coinciden, según Zorkin, con ideas expresadas por el ministro de Justicia Nikolai Fiódorov.

En la tarde ayer, Claudia Yeltsin, madre del presidente ruso, falleció en un centro hospitalario de Moscú, donde había ingresado por unas complicaciones cardiacas. Claudia Yeltsin tenía 85 años.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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