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ELECCIONES EN FRANCIA

Cohabitación: el primero que desenfunda, muere

Mitterrand se enfrenta a una segunda experiencia de reparto del poder

J. V. Una ambigüedad fundamental pesa sobre la V República: ¿es un régimen presidencialista o un sistema parlamentario? La duda se despeja cuando coinciden la mayoría presidencial y la mayoría parlamentaria. Entonces, el jefe del Estado francés es un monarca republicano con más poder que cualquier otro líder de un gran país democrático. Pero en ocasiones, como empezó a ocurrir a partir de ayer, no coinciden ambas mayorías. Entonces viene la cohabitación entre un presidente y un primer ministro de diferentes horizontes políticos. Una vez, Edouard Balladur explicó así este sistema: "El primero que desenfunda está muerto".

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Hasta 1986, la V República no había materializado la posibilidad, prevista en su Constitución de, que el presidente y la mayoría parlamentaria pertenezcan a diferentes campos políticos. Charles de Gaulle, Georges Pompidou y Valéry Giscard d'Estaing habían gobernado desde el Elíseo con la tranquilidad de que la mayoría de la Asamblea Nacional sostenía su acción política.Pero en 1986 ocurrió lo que tenía que ocurrir a partir del momento en que la duración del mandato presidencial es de siete años y la de la Asamblea Nacional de cinco años. En 1986 a Mitterrand le quedaban todavía dos años en el Elíseo, pero, en las legislativas, los franceses otorgaron una ligera mayoría a la coalición formada por la gaullista Agrupación para la República (RPR) y la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF).

El gaullista Edouard Balladur ya lo había previsto. En un célebre artículo publicado en Le Monde, Balladur había inventado la teoría de la cohabitación: El centro derecha debía asumir las consecuencias de su victoria en las legislativas. Debía formar Gobierno y aplicar su programa. Al presidente le quedaban los terrenos reservados de Defensa y Asuntos Exteriores y la facultad de romper la baraja convocando un referéndum o disolviendo la Asamblea.

En las próximas semanas, una vez culminado el ciclo electoral, Balladur puede tener que pasar de la teoría a la práctica si el presidente le nombra primer ministro. Balladur estaría encantado si Mitterrand le convocara al Elíseo para ofrecerle el puesto. En los últimos meses, la gran mayoría de los líderes gaullistas y centristas ha pedido a Mitterrand que anticipe su jubilación, y han anunciado que, si no lo hace, los próximos dos años de segunda cohabitación serán muy duros. En cambio, Balladur ha sido el apóstol de una coexistencia serena.

Difícil equilibrio

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Durante dos años, 1986-1988, el presidente Mitterrand y el primer ministro Jacques Chirac consiguieron llevar a su puerto institucional la primera experiencia de cohabitación. No fue una tarea fácil. Terribles disputas públicas o privadas enfrentaron a ambos hombres. Pero Mitterrand y Chirac ejercieron plenamente sus prerrogativas institucionales y representaron conjuntamente a Francia en la escena internacional.

"La Constitución, toda la Constitución y nada más que la Constitución", proclamaba un Mitterrand convertido en un adicto del sistema gaullista que él había calificado de "golpe de Estado permanente" en un célebre panfleto. Haciéndole eco, Chirac repetía: "El presidente preside y el Gobierno gobierna".

Iniciada bajo tan aparentes buenos propósitos, la coexistencia institucional culminó con un combate sin piedad entre Mitterrand y Chirac cuando los dos fueron los principales candidatos a la elección presidencial de 1988. En plena campaña, y por televisión, se acusaron de "mentirosos".

La primera foto de la cohabitación fue la de la primera sesión del Consejo de Ministros de centro derecha presidido por Mitterrand. El socialista aparecía relajado y sonriente; Chirac, tenso como la cuerda de un violín. El 14 de julio de 1986, la pugna entre los dos jefes del Ejecutivo conoció uno de sus momentos más vivos cuando Mitterrand se negó a firmar los decretos de privatizaciones de empresas públicas.

Chirac resistió a las presiones de sus numerosos partidarios que le pedían una dimisión espectacular y siguió el consejo de Balladur, convertido en ministro de Economía: "En el difícil ejercicio de comunicación con los ciudadanos que es la experiencia de una cohabitación, el primero que saca el revólver está muerto". Chirac siguió la vía parlamentaria para conseguir la aprobación de sus privatizaciones.

Otro de los grandes momentos de aquel período fue la preparación del G-7, la cumbre de los siete principales países industrializados. Chirac quería ir también a Tokio y ocupar un rango protocolario semejante al del presidente Mitterrand. Tras larguísimas negociaciones, el primer ministro viajó a la capital japonesa, pero Mitterrand dirigió la delegación de su país.

Tres años después de aquellas experiencias, Mitterrand y Chirac hablaron por separado de su relación. "¿Quién puede pensar que lo nuestro fue un amor loco?", dijo Chirac. "Nuestras relaciones personales fueron nulas durante aquel periodo", observó Mitterrand.

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