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La guerrilla integrista egipcia jura vengar con sangre la muerte de 10 de los suyos

Las fuerzas de seguridad egipcias estaban ayer en estado de máxima alerta tras una firme amenaza de los extremistas musulmanes, que han jurado vengar con sangre la muerte de 10 militantes en combates callejeros registrados en el pueblo de Asiut el miércoles. Temiendo nuevos atentados contra lugares frecuentados por turistas, la policía redobló la vigilancia en el aeropuerto, hoteles y museos. Anoche resultaba evidente que la Gamaa al Islamiya (Agrupación Islámica) no está en condiciones de golpear con la celeridad prometida.

La amenaza, que fue enviada por telefax a una agencia internacional de noticias, dio a, entender que la represalia islámica por el formidable golpe asestado por fuerzas gubernamentales en Asiut, el bastión de los fundamentalistas situado 325 kilómetros al sur de El Cairo, era sólo cuestión de horas.La muerte del dirigente Ahmed Zaki y los otros nueve militantes abatidos en los combates de Asiut, asegura el comunicado, podría ser vengada "incluso antes de que este mensaje llegue a su destino". Pero, salvo un abrupto incremento de tensión en las calles de El Cairo y el resto de Egipto, ayer no ocurrió nada.

El golpe de Asiut y posterior arresto de al menos 40 miembros de la Gamaa al Islamiya parece haber dejado fuera de juego, al menos temporalmente, a los extremistas empeñados en derrocar al presidente Hosni Mubarak e imponer un régimen islámico.

Indudablemente, el asalto de Asiut -una operación en la que participaron unos mil soldados apoyados por coches blindados y que costó la vida a dos militares- ha sido la tercera y más fuerte acción del Gobierno en este mes en el Alto Egipto y en la capital. Pero en ningún caso parece haber desarticulado las células musulmanas, cada vez mejor armadas y cuya acción ya se extiende a lo largo del Nilo.

"La Gamaa al Islamiya afirma que la sangre de Ahmed Zaki y sus hombres, que han vengado la sangre derramada de decenas de militantes en casi un año en Egipto, no se secará hasta que corra la sangre de la venganza", decía el comunicado. Fue deliberada la intención de dar al mensaje un inequívoco tono de advertencia final al apuntar que el Gobierno debe esperar acciones más audaces y cruentas que las registradas hasta la fecha. Si bien el¡ Gobierno está demostrando una indiscutible firmeza para cumplir con su palabra de combatir el extremismo musulmán a cualquier precio, también está invitando a un silencioso debate interno.

Según fuentes bien informadas en El Cairo, mientras ayer la policía continuaba interrogando prisioneros y despachaba contingentes adicionales a varias zonas del Alto Egipto, en algunas esferas oficiales se debatía si la política de lucha sin cuartel puede resultar, a la larga, contraproducente.

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En esta línea, en esos sectores se plantean la posibilidad de que quizá sería más prudente demostrar mayor interés gubernamental en solucionar al menos algunos de los problemas de las paupérrimas barriadas de El Cairo y otras ciudades, donde el discurso subversivo de Gamaa y otras organizaciones musulmanas radicales encuentra cada vez terreno más fértil.

Coincidiendo con ello, la policía de EE UU intentaba ayer ejecutar una orden de deportación contra el clérigo musulmán integrista Omar Abdel Rahmán, de origen egipcio, implicado en el atentado de las torres gemelas de Nueva York, realizado hace 19 días, según Efe. Abdel Rahmán se halla en paradero desconocido.

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