Competir y no retirarse
Como los europeos saben demasiado bien, la política comercial y la política económica interior están íntimamente relacionadas. Con economías abiertas que dependen en gran medida del comercio, los europeos no pueden permitirse el lujo de enfrentarse a sus problemas económicos internos sin considerar el impacto en los acontecimientos exteriores. En EE UU, donde el comercio internacional es menos importante en comparación con el. volumen total de la economía, la relación entre la política económica interior y la política comercial no es tan obvia, aunque, indudablemente, existe. Cada vez se reconoce más en Estados Unidos que la política económica interior y la política comercial son, en esencia, las dos caras de la misma moneda. El máximo responsable de la política comercial estadounidense lo resumió bien: "La política comercial parte del mismo principio que la política económica: nuestra prosperidad y la de nuestros hijos dependen de nuestra capacidad para competir y ganar en los mercados mundiales".El presidente de EE UU, Bill Clinton ha dejado claro que su objetivo principal es revitalizar la economía norteamericana. Sin embargo, esto no significa una retirada del comercio internacional, antes al contrario. Todo el énfasis del programa del presidente estriba en enfrentarse a los problemas estructurales dentro de la economía estadounidense para que EE UU esté mejor preparado para vender sus productos y servicios en el exterior. "Competir y no retirarse" es el lema del presidente Clinton. Para la Administración de Clinton, la competitividad internacional es el baremo final de la política interior, el área en donde la reforma reportará sus mayores dividendos. Mientras el Gobierno de Bill Clinton toma medidas en el interior del país para mejorar la competitividad de EE UU, también tiene que esforzarse para permitir al país competir en el exterior. Examinaré tres sectores en los que la actual intervención gubernamental impide el libre comercio: la siderurgia, la aviación civil y los contratos estatales.
Siderurgia
Desde 1982 hasta 1992, los productos de la siderurgia europea entraron en Estados Unidos bajo Acuerdos de Restricción Voluntaria. La intención de estos acuerdos era la de mantener un mercado ordenado mientras Estados Unidos y Europa racionalizaban sus industrias, reducían su capacidad productiva y se ponían de acuerdo en las normas sobre el control de subsidios. En la actualidad, la industria siderúrgica norteamericana ha reducido significativamente su capacidad y sus costes. Sin embargo, la siderurgia europea, que no ha recortado su capacidad y que se enfrenta a más problemas estructurales, trata de conseguir nuevos subsidios e insiste en excluir la competencia de Europa oriental. La industria europea se lamenta cuando la siderurgia norteamericana utiliza medios acordes al GATT para contrarrestar el dumping y los subsidios de las exportaciones de acero al mercado estadounidense.
Como en el caso de la siderurgia, los subsidios estatales a la aviación civil ponen en desventaja a la industria aeronáutica norteamericana, que tiene que competir sin subsidios. Los europeos justifican los subsidios del Airbus arguyendo que Boeing también recibe ayudas estatales por medio de contratos con el Ejército. Pero lo cierto es que los principales socios de Airbus dependen mucho más de contratos militares que Boeing, cuyo volumen de ventas a instituciones gubernamentales estadounidenses es inferior al 20% de su volumen total de negocio.
Industrias aeronaúticas
Un acuerdo firmado entre la Comunidad Europea y Estados Unidos en 1992 estableció acuerdos respecto a las ayudas para producción y desarrollo que podían recibir las industrias aeronáuticas de Estados 'Unidos y Europa. Las ayudas al desarrollo se limitaban al 33% del coste. Las ayudas a la producción quedaban prohibidas. El acuerdo también establecía el reembolso de todas las ayudas en condiciones previamente acordadas. Estados Unidos controlará cuidadosamente el cumplimiento de este acuerdo. También trataremos de reforzar la disciplinas mediante la negociación multilateral.
Los contratos estatales son otro ámbito en el que el comercio no es, de momento, ni libre ni justo. El 1 de enero del año en curso la Comunidad Europea puso en efecto una directiva que discriminaba a los candidatos norteamericanos desde una perspectiva europea global. De acuerdo con el código de contratos estatales en vigor en el GATT, Estados Unidos abrió un volumen de 16.800 millones de dólares a las ofertas comunitarias en los contratos del Gobierno de EE UU; contratos libres de cualquier restricción que pueda expresarse en el lema de "compre americano". Por su parte, la CE abre única mente 7.800 millones de dólares a Estados Unidos. En otras palabras, en este ámbito EE UU ofrece a Europa el doble de oportunidades estatales de las que recibimos a cambio. Los europeos se quejan de nuestra cláusula de "compre americano", que afecta únicamente a un volumen de contratos estatales de 20.000 millones de dólares anuales. El requisito de "compre europeo" de la nueva legislación comunitaria permite a los Gobiernos europeos rechazar cualquier oferta estadounidense sin razón alguna, sin importar lo baja que ésta sea o lo alta que sea la calidad del producto. La legislación estadounidense, por su parte, exige que el Gobierno de EE UU acepte las ofertas europeas bajas a partir de un cierto diferencial, incluso aunque sea aplicable la cláusula "compre americano".
Mercados más abiertos
Si la CE insiste en llevar a efecto esta nueva legislación discriminatoria relativa a los contratos estatales, EE UU tomará medidas comparables. Pero preferiríamos una solución diferente. Los mercados estadounidenses ya están más abiertos que los europeos, pero estamos dispuestos a abrirlos aún más. Hemos negociado con la CE más de cuatro años sobre este asunto. Proseguiremos esas negociaciones hasta que concluyan con éxito.
El nuevo énfasis norteamericano en la competividad puede endurecer nuestro diálogo sobre el comercio de vez en cuando. Es de esperar, y no debería interpretarse en el sentido de que EE UU se pone en contra del mundo. Efectivamente, cuando el Gobierno defiende las reformas in ternas está mirando hacia afuera, no hacia adentro, comparando y contrastando los logros de EE UU con los de nuestros competidores, esforzándose por identificar qué es necesario cambiar y cómo. Aunque las nuevas políticas pueden crear ciertas fricciones a corto plazo, la reforma de la economía norteamericana redundará claramente en el interés a largo plazo de Europa y del mundo. Al atacar el déficit presupuestario, por ejemplo, el presidente Clinton se enfrenta a un problema en el que se han centrado las críticas europeas desde hace mucho tiempo.
Reconociendo que un entorno comercial internacional abierto es esencial para la renovación económica interna, la Administración de Clinton ha reafirmado su intención de ratificar el Tratado de Libre Comercio (TLC), llevar a término las negociaciones del GATT y tratar de que así lo haga la primera autoridad comercial. El presidente Clinton ha llamado a "intentar concluir con éxito la Ronda Uruguay" del GATT. Para alcanzar este objetivo, será preciso lograr un acuerdo entre EE UU y la CE respecto a cuestiones de importancia tan destacada como el acceso a los mercados, los servicios, los subsidios, el dumping y nuevos acuerdos institucionales.
es el representante de Estados Unidos ante la Comunidad Europea.
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