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Amenaza de cierre contra La Carcelera

Francisco Peregil

Una orden de desahucio pende sobre el sótano legendario donde el fallecido Gallina se cobraba sin piedad sus mejores cantes y donde las seguirillas de Agujetas dibujaronalgunas lágrimas. José Luis López M Río, director de cine, enemigo de la coca-cola y del whisky "por razones políticas" (antiimperialismo radical) y de los aplausos a destiempo, fundador de La Carcelera, anuncióayer que por culpa de cuatro jueces administradores de leyes, que no de justicia, uno de los templos flamencos más cabales cerrará dentro de un mes si el Tribunal Constitucional no lo remedia.

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Flamenco en la imitimidad

Braulio Molina Rodríguez. Ése es el nombre del magistrado que hace dos años le dio la. razón a la propietaria del sótano (lo tiene alquilado en régimen de renta antigua) y a varios vecinos que se quejaban, entre otras cosas, de que los clientes de La Carcelera "ensuciaban" las escaleras del bloque (eufemismo que utilizan los vecinos para no decir "defecaban").José Luis López del Río, rodeado de leyendas del cante colgadas de un clavo en la pared, sillas de mimbre, teteras y periodistas, desglosó ayer,

Junto a su abogado, Tomás Rosón, del despacho de la diputada Cristina Almeida, todos los "prejuicios" que condicionaron al titular del Juzgado número 38.

Una de las principales causas esgrimidas por el juez fue el hecho de que La Carcelera conste ante Hacienda y el Ayuntamiento como asociación cultural mientras "goza de la naturaleza de un local de negocio". Es decir, que se cobra la entrada.

El director de cine, corbata debajo del jersey, aprovechó este punto para explicar que los "asociados" de La Carcellera pagan 2.000 pesetas mensuales y se comprometen a limpiar y a pegar carteles. Los "simpatizantes" -entiéndase por esto cualquier persona que un sábado por la noche recale en el número 10 de la calle de Monteleón (entre las glorietas de San Bernardo, y Bilbao)- abonan 1.000 pesetas.

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. En las paredes aparecen recortes de diarios para ilustrar a los acólitos sobre la ideología del fundador: Brutal carga policial contra centenares de comerciantes en la Puerta del Sol, El juez Baibero, acusa al fiscal de impedirle investigar. Descarrila un A VE en el cambio de vías de una estación en Madrid. El 63% de los adultos no compra ningún -libro al año. Empleados. de sabe rompieron el precinto de la saca del dinero del 'caso Olléro' para cambiar los billetes.

Todo ello ante la mirada impertérrita de unos veinte mastodontes trajeados como Antonio Chacón, Antonio Mairena, Pericón de Cádiz, Antonio Chaqueta, y cuatro cuadros vacíos, a la espera de que otros genios como Camarón de la Isla ingresen en el olimpo encalado del sótano.

Ambiente 'caldeado'

Ni aunque se reunieran tales, figuras lograrían fumar o arrancar aplausos de la clientela. El dueño y su porra se encargarían de impedirlo.

Pero la sentencia dice (errores de sintaxis incluidos): "Es lógico que en estas veladas de cante flamenco y guitarra, con un público apasionado, y en las que se acompañan los concurrentes y aficionados con una copa de vino, frecuentemente el ambiente se caldea, y el ruido y vibraciones trascenderán necesariamente a la vecindad en horas desusadas para el descanso".

El abogado de La Carcelera, Tomás Rosón, duda de que la voz de cualquier flamenco, por muy potente que fuera, o una guitarra española consiguieran tales vibraciones.

Pero los tres magistrados que estudiaron la apelación en la Audiencia Provincial le dieron la razón a su colega Braulio Molina Rodríguez. La semana pasada, López del Río recurrió ante el Constitucional por entender que se marginaba y prejuzgaba una cultura que, en palabras de Lorca, no puede tacharse de tabernaria y sucia. Ninguno de los cuatro magistrados, a tenor del letrado, deben conocer ni el flamenco ni La Carcelera. "Por eso alimentan tantos prejuicios".

Tanto el letrado como el director de cine, pertrechados de una decena de documentos numerados en riguroso orden cronológico y necrológico "porque a esto", comentaba López, "le queda muy poca vida"-, ilustraban a los periodistas sobre todas las agresiones que han padecido por parte de varios vecinos.

El presidente de La Carcelera aportó la sentencia, fechada en 1986, donde aparece multada con 7.500 pesetas la vecina Concepción Gumersindo por insultos y amenazas. Al año siguiente, López del Río logró que otro juez sancionase con 10.000 pesetas al compañero de Gumersindo, el constructor Ramón Carballido, por intento de agresión con una barra de hierro.

Otra versión

La versión de Carballido es muy distinta: "Yo he bajado al sótano con una pareja de la Policía Municipal y ese señor nos abrió con una garrota en la mano; le pidieron el DNI y les ensenó un recorte de periódico donde venía su nombre. En verano, esto es insoportable. Ellos abren la ventana, las voces suben por el patio y aquí no se puede dormir hasta las cuatro de la madrugada. Y cuando salen los clientes a la puerta, se llevan cantando una hora, y nosotros escuchando por la ventana".

"La noche en que murió la mujer de Ramos Miguel [vecino del inmueble que falleció hace años], y estaba el féretro de cuerpo presente" explicó Gumersindo, "bajó el viudo a pedir por favor silencio, y le dijeron que ellos continuaban con el cante".

Concepción Gumersindo explicó que a ella, como andaluza que es, le gusta el flamenco, pero "siempre y cuando" no moleste a los demás". "Además" prosiguió, "eso de que no fuman es muy relativo, porque ahí se ha llegado a fumar hasta porros".

El presidente de La Carcelera declaró que llegó a sufrir amenazas de muerte y variedad de insultos por parte del marido de la portera en numerosas ocasiones. Esta última se negó ayer a ofrecer su opinión: "Tengo la cabeza loca con tantas molestias que me han dado esta gente y no quieto hablar más del tema".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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