Todos contra Michel Noir
El ambicioso alcalde de Lyón se enfrenta duramente con sus antiguos compañeros de la derecha
¿Con o contra Michel Noir? Las elecciones legislativas tienen en la segunda ciudad de Francia algo peculiar. No se enfrentan en Lyón, como en el resto del país, la izquierda y la derecha. Aquí la derecha se enfrenta más bien... consigo misma. ¿El culpable de esta confusión? Un personaje sin duda carismático, que sueña con la imagen del general De Gaulle y aspira, aunque lo niegue en público, a seguir su hazaña: la de llegar un día a la presidencia sin pasar por el corsé de los partidos. Un personaje que se llama Michel Noir, de 48 años, 1,97 metros de estatura -otra semejanza con el general-, antiguo ministro de Comercio Exterior y alcalde de Lyón desde 1989.Michel Noir ha logrado, sin quererlo, que las elecciones legislativas del día 21 tengan a la vez en Lyón algo de plebiscito, mucho de municipal y una pizca de presidencial. Plebiscito, porque giran en torno a su figura; municipal, porque, más allá de su escaño de diputado en París, el alcalde se juega sus posibilidades (le renovar su cargo de edil en 1995; y presidencial, porque se juega también su capacidad de llegar algún día al Elíseo.
A estas batallas electorales superpuestas se añade en Lyón otra: la que opone a dos derechas, la tradicional y la renovadora, frente a una izquierda que ha cerrado la tienda y apenas hace campaña. Corren malos tiempos en la ciudad para los socialistas, a quienes los sondeos auguran apenas el 12% de los sufragios. No es, por cierto, una novedad: en las últimas legislativas, las cuatro circunscripciones de la ciudad ya habían elegido a diputados de derecha.
. Esta vez, los dos duelos electorales estrella oponen cada uno a dos hombres a primera vista gemelos políticos: ensalzan cada uno la figura tutelar del general De Gaulle, critican cada uno sin concesiones la gestión del presidente socialista, François Mitterrand, y proclaman cada uno su fiel pertenencia a la actual oposición. Michel Noir, ex RPR, (Agrupación para la República), se enfrenta a Alain Mérieux, un industrial de la farmacia candidato... para el mismo RPR. Mientras, en la circunscripción de al lado, el médico Jean-Michel Dubernard, el principal adjunto de Noir en la alcaldía;, se enfrenta a un prestigioso abogado, André Soulier, candidato para el otro partido de la derecha, la Unión para la Democracia Francesa (UDF).
"Es increíble que la oposición designe a otro candidato contra el candidato de la oposición", refunfuña Michel Noir, que no se esperaba esta puñalada por la espalda de sus antiguos correligionarios. Esperaba más bien que, al anunciar él primero su candidatura, gozaría por lo menos de la no beligerancia de la que sigue siendo, según él, su familia política. "Se lo ha buscado", replican a coro sus adversarios, que son muchos. "Noir es como un niño que ha ido dando patadas en el patio a todos sus compañeros y se sorprende porque nadie quiere ya jugar con él", afirma un periodista de Le Progrés, el principal diario de la ciudad.
Y es que Noir es una personalidad que molesta, que altera los esquemas: un francotirador, un rebelde. Dirigente del RPR durante muchos años, no dudó en criticar, a veces duramente, a su propio partido. Frente a la tendencia perniciosa de algunos sectores de la derecha a flirtear con los ultras de Jean-Marie Le Pen, pronunció una frase que quedó famosa y le proporcionó sólidas enemistades: "Es mejor perder una elección que perder su alma". El padre de Noir, bien es cierto, fue deportado al campo de concentración de Mauthausen. "Él me pidió que jamás lo olvidara", dice simplemente hoy el alcalde de Lyon.
"Ser gaullista es ser rebelde", escribió un día Noir, que siempre profesó una admiración sin límites hacia el general. Y Noir fue rebelde: criticó cada vez más a los partidos tradicionales, pidió una renovación profunda y una moralización de la vida política. Hasta el golpe de efecto de diciembre de 1990, cuando abandonó el RPR y renunció a su escaño de diputado, que recuperó después como independiente. Hizo público entonces un texto vitriálico, Francia está enferma, en el que denunciaba "las luchas intestinas por el poder, las maniobras de los clanes y los escándalos". Era, tres años antes de que Michel Rocard emprendiera la misma tarea en la izquierda, un intento de big bang de la derecha.
Victoria triunfal
Un año antes, tras una campaña en la que apenas citó el norribre del RPR, al que teóricamente seguía perteneciendo, Noir había resultado elegido, de marierá triunfal, alcalde de Lyón. Hizo una campaña dinámica, innovadora. Prometió transformar Lyón en una verdadera eurocity, con grandes obras públicas y un programa de modernización que no debían gravar, en principio, el bolsillo de los contribuyentes. "Un cuento de la-adas", advertían sus adversarios, que no se creían semejante cuadratura del círculo. Noír supo, además, aprovechar el apoyo de los medios de comunicación, a los que logró seducir. "Ha transformado su campaña en un videoclip", decían los más escépticos. Fue un maremoto electoral: los candidatos de Noir ganaron en los nueve distritos de la ciudad.Hoy, sin embargo, el mito Noir está alicaído en las orillas del Rédano. Los sondeos indican que tanto él como Dubernard tendrán muchas dificuldades para vencer a sus respectivos adversarios. El díscolo alcalde de Lyón ha visto formarse contra él una verdadera Santa Alianza de estos partidos políticos que él había logrado dinamitar. La derecha no le perdona la traición de 1990. Ni tampoco su coqueteo con Mitterrand cuando Noir era ministro del RPR en la época de la cohabitación. Los dirigentes de la izquierda, por su parte, no le perdonan el haberles robado parte de su ya escaso espacio electoral con su campaña de tipo centrista. En cuanto a la opinión pública, parece perpleja: el lionésde a pie tiene la impresión de que, a pesar de las promesas, los impuestos municipales han progresado mucho más rápidamente que las infraestructuras.
"Noir prometió obras faraónicas, pero seguimos esperando las pirámides", afirma de manera sarcástica Gérard Collomb, principal dirigente socialista de Lyón. "Fuimos los primeros, en 1989, en advertir que su campaña era mera estrategia de imagen, de seducción de los medios de comunicación, y que su voluntad de renovación era un mito. Lo único que había era oportunismo para aprovechar el cansancio de la opinión pública hacia las estructuras partidistas".
La derecha también tiene ojeriza a su disidente. "Noir tiene una sola ambición: llegar a ser presidente de la república" afirma en la UDF André Soulier. "Y quiere hacerlo a la manera de De Gaulle: quiere aparecer como un hombre providencial encima de las refriegas cotidianas.Pero es un grave error de análisis, ya que el general nunca se enfrentó con los partidos: los utilizó según como le convenía a él". "Noir se está dando cuenta de que se ha equivocado y quiere hacer las paces con sus antiguos compañeros, pero ya es tarde: no se puede dar un portazo y pretender al día siguiente volver a entrar por la ventana", tercia un periodista próximo al RPR.
El 'escándalo Botton'
A esta hostilidad unánime de la clase política lionesa vino a sumarse el escándalo Pierre Botton, el yerno de Noir, que coordinó personalmente la campaña electoral del futuro alcalde en 1989 y que se encuentra hoy en la cárcel, acusado de estafa y sobornos. Es cierto que Michel Noir no se ha visto, hasta ahora, directamente implicado en este affaire y que el tema no ha sido tocado durante la campaña. Pero algunos se preguntan si las generosas prebendas ofrecidas por Botton a algunos periodistas estrellas de París tendrán algo que ver con la imagen hagiográfica de la que gozó su suegro en algunos medios. Una duda perniciosa para quien hilvanó precisamente su campaña de imagen en tomo a la moralización de la vida pública."Estamos midiendo lo difícil que resulta ser independiente en la política", afirma con amargura el noirista Dubernard. "Los electores critican al Gobierno socialista y no quieren tampoco votar por la derecha, pero dudan de la viabilidad de una solución independiente". ¿Un desafío imposible? Los electores de Lyón lo dirán el próximo día 21. Dirán también de paso si en este país, donde la figura de De Gaulle sigue dominando la escena política, queda espacio para los hombres que, como él, aspiran hoy a trastornar totalmente el marco político tradicional.
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