_
_
_
_

El Norte recela de la Comunidad Europea

Los escandinavos son reticentes ante la perspectiva, de sumarse a los Doce

Lluís Bassets

Los nórdicos no quieren ser ciudadanos de la Comunidad Europea. Así lo revelan las encuestas, lo reconocen sus representantes y se puede percibir respirando en las calles de sus pueblos y ciudades. El único país donde ahora son mayoría los favorables a la construcción europea es Dinamarca, donde hay que repetir referéndum el 18 de Mayo, tras el rechazo del Tratado de Maastricht el p

asado año.Y sin embargo, en los parlamentos hay mayorías a favor y los gobiernos están dispuestos a romperse el espinazo para obtener el voto afirmativo. Para ello necesitan, sin embargo, vencer en toda la línea en unas negociaciones de adhesión que empezaron el 1 de febrero y que desean terminar a finales de este año. Primeros ministros y parlamentarios de los países nórdicos, reunidos desde el lunes pasado hasta ayer en Oslo con motivo del Consejo Nórdico, han expresado su voluntad de introducir la "dimensión nórdica" en el seno de la CE.

Los cinco primeros ministros de los países que forman el Consejo Nórdico de Ministros 3 tienen opiniones muy similares sobre la CE, Incluido el de Islandia, que no desea integrarse en la Comunidad. Todos ellos son jóvenes, demuestran una excelente preparación técnica y política y participan de una de las mayores virtudes de la vida nórdica: la informalidad y la ausencia de envaramiento.

"Queremos participar en la toma de decisiones a nivel europeo". Este es el principal argumento que aporta Esko Aho, 39 años, centrista y primer ministro finlandés, y que repiten todos sus colegas. Los países nórdicos vivían felices en la EFTA (Asociación Eurcipea de Libre Comercio) -a excepción de su enviado especial a la CE que era Dinamarca- hasta el día en que terminó la guerra fría y se convirtió en obligada la reconversión de los papeles. tradicionales.

Su argumento no es, por tanto, positivo: no es que les guste la CE, sino que no les gusta quedarse fuera de juego. "Ya no hay soluciones nacionales a nuestros problemas", asegura el primer ministro sueco, Carl Bildt, conservador de 43 años. Si no les gusta la. CE tal como es actualmente, entonces ¿por qué quieren incorporarse?. Gro Harlem Brufland, la primera ministra de Noruega, socialdernócrata de 53 años, responde: "Porque tenemos un derecho básico a hacerlo: somos europeos y somos un pais democrático".

Pero nadie se muestra partidario de mayores concesiones como las obtenidas por Dinamarca, ni de una Unión Europea en la que cada país haga su propio menú para su participación en la Comunidad. "El Tratado está ahí, lo aceptamos tal como es. No se trata de hacer una Europa a la carta", dice Bildt. "Cada país debe negociar y encontrar una solución a sus propios problemas", asegura el primer ministro danés, el socialdemócrata, de 4,9 años, Poul Nyrup Rasmussen.Opciones abiertasPara Aho, sin embargo, Maastricht contiene todas las opciones abiertas que deseaban los nórdicos: "Ninguna de: las excepciones danesas significa algo distinto al propio Tratado de Maastricht", dice. Y pone su propio ejemplo: "Hemos prometido que si Finlandia se incorpora también lo hará a la PESC (política exterior y de seguridad común) y a la defensa, pero no sabemos cómo evolucionarán estas políticas". "Queremos acelerar las negociaciones de ampliación", asegura Rasmussen. Y añade: "Dinamarca debe hacer todo lo que esté en sus manos durante su presidencia". La prisa por la incorporación de los nórdicos se debe a dos circunstancias. En primer lugar, a las peculiaridades del calendario electoral sueco, que obliga a ratificar en 1994 o a esperar tres años más.En segundo lugar, a que desean participar en la revisión de Maastricht, prevista para 1996, para dejar su huella y decantar todavía más hacia el norte los puntos de vista comunitarios.

Ninguno de ellos quiere oir ni hablar de federalismo. "Para nosotros Europa debe significar la cooperación entre naciones independientes", dice Esko Aho. Y recuerda algo que a otros europeos les suena a extravagancia inútil, pero que tiene sentido en boca de los nórdicos: "El principio de subsidiariedad es muy importante en la toma de decisiones. Hay problemas que sólo pueden resolverse en la cooperación europea, pero el resto debe resolverse en cada país. La CE no puede reemplazar en ningún caso a los Estados nacionales".

Los nórdicos están coordinando las negociaciones. Según explica Bildt, celebrarán incluso un consejo de ministros en julio para evaluar el estado de las conversaciones. Si las negociaciones fracasaran o se alargaran, los nórdicos tienen dos ruedas de recambio: el EEE (Espacio Económico Europeo) o acuerdo de aplicación del mercado único a los países de la EFTA, que posiblemente estará funcionando el 1 de julio, y la cooperación nórdica, que no desean abandonar.

La posición de David Oddsson, primer ministro islandés, que no desea entrar en la CEE, es perfectamente ilustrativa: "El EEE es suficiente para nosotros. Somos un país pequeño que depende en un 70 por ciento de la pesca. No podríamos soportar la renuncia en favor de Bruselas del control de nuestra economía".

Cuatro de los cinco primeros ministros tienen, sin embargo, el mismo problema: ¿cómo convencer a estas opiniones públicas reticentes? Esko Aho tiene una solución, quizá no muy convincente para los actuales miembros de la CE: "La negociación y sus resultados serán decisivos. Debemos demostrar que la pertenencia a la CE no significa sólo que Finlandia cede sino que es también la CE la que se adapta a nosotros e incorpora la dimensión nórdica. Entonces tenemos posibilidades de que salga el sí".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_